domingo, 11 de febrero de 2024

Los puntos sobre las íes en la problemática del campo español

 Durante estos días se están viendo protestas en toda Europa por parte de los sectores ganadero y agrícola. No les falta razón, los pequeños agricultores y ganaderos están asfixiados y ya no pueden más, pero están errando en la dirección donde dirigir estas protestas, las verdaderas razones de porqué se ha llegado a esta situación. La problemática es compleja, pero intentaré resumir los puntos más importantes.

     Sin duda, el principal problema está en el monopolio que los grandes fondos de inversión, cadenas de supermercados y plataformas de venta están ejerciendo al acaparar casi la totalidad de estos sectores (cada vez quedan menos agricultores y ganaderos tradicionales), comprando más y más tierras para implantar monocultivos y/o macrogranjas superintensivas, abaratando los costes y maximizando los beneficios, sin considerar el daño que hacen a todo el sector y al medio ambiente. Esta es la principal causa de que los productores no reciban un precio justo en sus productos y no les sea viable ni sostenible su modo de vida. La culpa no es de las medidas que limitan el uso de fitosanitarios, pesticidas, fertilizantes, otros agroquímicos y medicamentos (en el caso de la ganadería), ni las medidas medioambientales que están intentando mitigar graves problemas que sí podrían suponer el fin de toda la agricultura y ganadería, como son el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y el colapso ecológico. Tampoco la tienen los agentes de medio ambiente ni el lobo, como se leen y escuchan en algunas pancartas y proclamas. Más bien, esa rabia debe ir dirigida a determinados entes y personas con nombres y apellidos, como por ejemplo la familia de la Duquesa de Alba (latifundistas y caciques desde la antigüedad), las grandes superficies como Mercadona, Carrefour, Lidl, etcétera. Además, estas disponen de enormes flotas logísticas, en otras palabras, producen muy barato y/o pagan muy poco a los productores, y luego venden a precios muy altos, teniendo como resultado grandes beneficios. Esto es el verdadero enemigo del campo, y no esos otros que tristemente se han convertido en el foco por parte de agricultores y ganaderos, manipulados por ciertos lobbies de presión que utilizan intencionadamente a las masas para que nos desviemos del problema. Otro aspecto es como grandes empresas sacan provecho y explotan a trabajadores dentro de nuestras fronteras y/o en países distantes, donde los salarios son mucho más bajos y no hay apenas controles de calidad ni sobre los productos usados durante la producción, y así obtener beneficios cuantiosos.

     Es por esto que se están observando grandes contradicciones en el argumentario que se está usando, y por simple y objetiva lógica, este se viene abajo. El tema del uso de fitosanitarios, pesticidas, fertilizantes, agroquímicos o medicamentos, no es que se deba ser más laxo, sino al contrario, pues muchos de estos productos están detrás de muchas enfermedades como el cáncer, alzheimer y parkinson, por poner ejemplos (demostrado en distintos estudios). La tendencia debe ser dejar de usarse, pues hay alternativas que no sólo son más económicas sino más saludables y sostenibles, pero incomprensiblemente se apunta a esto como una barrera que limita a los productores, cuando ya sabemos que son los bajos precios que reciben, y ya he mencionado antes cuál es el motivo de ello. El campo nos da de comer, sí, ¿pero de qué nos sirve si es a cambio de enfermedad? Y luego está el tema de la contaminación del suelo y el agua, la eutrofización de los sistemas acuáticos y la pérdida de biodiversidad, todo ello derivado del uso de estos compuestos.     

     Los fitosanitarios, por otro lado, están acabando con insectos y otros artrópodos que son los que cumplen por si solos, roles que son imprescindibles y no solo para el campo, sino para la vida: descomponen materia orgánica que hace que los suelos estén fértiles y se puedan cultivar, polinizan las flores y controlan plagas, entre otros muchos. Su uso está produciendo un efecto contrario, creando resistencia en las verdaderas plagas de los cultivos y aniquilando a otras especies que si depredan sobre ellas, un verdadero sinsentido. Si no hacemos caso a estos hechos, no es que nos quedemos sin alimentos porque la agricultura y ganadería ya no son viables económicamente, sino que ya no será posible cultivar. Lo que está en juego es muy serio.

     Otra de las grandes contradicciones está en la negación del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y el colapso ecológico. Se afirma que esto es cosa de “ecologistas”, sin tener en cuenta que es la ciencia la que nos advierte con datos irrefutables. El cambio en el régimen de lluvias, sequías prolongadas, altas temperaturas en épocas anómalas, clima extremo e impredecible... Todos estos eventos están afectando a la agricultura y a la ganadería, son responsables de la pérdida de cosechas enteras y el encarecimiento de productos necesarios en estos sectores para producir los alientos que tanto necesitamos. El contrasentido es enorme aquí, pues tanto agricultores como ganaderos son los primeros que están viendo estos efectos en el campo de forma cruda y real, cuando ven por ejemplo la floración de los cultivos adelantarse hasta tres meses con respecto al ciclo normal y luego las heladas terminan por destruirlos, o como no llueve (sin agua no se puede cultivar ni producir alimentos). Negar la existencia de estos hechos no va a ayudar a estos sectores tan castigados, sino al contrario. No parece lógico negar aquello mismo que está por destruirnos y más si la solución se conoce. Pero se ha elegido ir en contra de las medidas medioambientales que son el último escudo que protege al campo de su propio colapso (y por supuesto, al medio ambiente, las sociedades humanas y toda la vida en el planeta Tierra).

     Una reflexión necesaria es la que atañe a la ganadería y agricultura depredadoras, esas que los grandes propietarios ejecutan sin pensar en el mañana. Es la que se ve con los aguacates en la Axarquía, la que se ha cargado La Manga del Mar Menor, la que ahora está intensificando con cultivos de árboles la zona de la Hoya de Guadix-Baza, los olivares superintensivos en Jaén, la de los frutos rojos en el entorno del Doñana… la lista podría ser interminable. Su funcionamiento es cortoplacista, y se basa en explotar un territorio hasta agotarlo y entonces se trasladan a otra parte, sumiendo en la miseria a la población local, antes contenta mientras se exprimía el suelo con dicho uso intensivo (cuando había puestos de trabajo y se traducía en riqueza, pero es un espejismo, pan para hoy y hambre para mañana). Es el secuestro de estos sectores por los mercados y el capitalismo, que no miran más allá de las ganancias de los grandes inversores y monopolios, y dejan de lado a las pequeñas y medianas explotaciones. Es importante ser críticos y pensar, no todo vale en el campo ni todo lo que piden los sectores ganadero y agrícola es coherente y lógico. Hay que cambiar muchos aspectos. Ahora mismo la agricultura es el sector que más agua consume con diferencia, en época de crisis climática y sequía extrema. También es responsable de la pérdida de suelo y su fertilidad, cambios de uso rápidos según marcan los mercados y trasformaciones del paisaje que están poniendo en peligro la biodiversidad y ecosistemas enteros. Es necesario replantearse la tipología de cultivos y cambiar los usos intensivos, responsables de estos males, y a su vez, que sea rentable para el gremio.

     ¿Pero cómo se soluciona el problema del campo?

 

·         Por un lado, es necesario cambiar hacia producciones extensivas, sostenibles, regenerativas y orgánicas, pues son la única alternativa que nos queda, además de ser la opción más saludable tanto para nosotros como para el planeta, con un uso y manejo tradicionales y vinculados con el entorno. Esto es pensar a largo plazo, ir más allá, pero para ello, los sectores agrícola y ganadero deben estar dispuestos a dar ese giro necesario, y atacar al problema que realmente tienen, el modelo que proponen los mercados donde el pequeño y mediano productor es castigado y se premia a las grandes multinacionales.

 

·         Consumo de productos locales y de kilómetro cero, simplificación de la cadena alimenticia e incentivación de su venta directa, rompiendo con el monopolio de los grandes fondos de inversión y superficies. El productor consigue más ganancia y se evita el transporte de alimentos desde lugares alejados que suponen un alto gasto de energía y recursos, más un elevado impacto por contaminación y emisiones de gases de efecto invernadero.

 

 

·         Precios justos para los productores pequeños y medianos, y simplificar y facilitar toda la burocracia y papeleo implicados, ya que son quienes realmente están sufriendo más la problemática.

 

·         Cultivos que se adapten al medio y sean resilientes con el nuevo escenario de altas temperaturas, sequía y cambio climático.

 

·         Fin de los cambios de uso en el suelo, ya que lo agotan y tienen graves implicaciones para la vida que está interconectada con los cultivos tradicionales y suponen verdaderos agroecosistemas. Estos cambios rápidos y usos intensivos suponen la pérdida de hábitats esenciales y no da tiempo a las especies para adaptarse.

 

·         Salarios justos para los jornaleros y trabajadores del sector.

 

·         Exigir las mismas medidas de control de calidad y producción a los productos provenientes del extranjero.

 

     Todo esto podría suponer un cambio radical que mejorase la vida en estos sectores, aseguraría la soberanía alimentaria y el futuro de la sociedad entera y el medio ambiente del que dependemos.

     En conclusión, hay que dirigir la flecha del cambio en la dirección correcta y no divagar o dejarse secuestrar por los discursos que ciertas corrientes económicas o políticas, u otros lobbies, proclaman intencionadamente para que se sigan beneficiando mientras está en juego la supervivencia de todos. 




martes, 11 de abril de 2023

La Trinidad del Ser


Ayer estuve en un evento en la ciudad. Observando la gente y analizando. Reflexionando, profundizando… ¿Por qué no cambiamos? Sólo lo hacemos en el mundo exterior, tecnológicamente quizás, pero por dentro, estamos igual o peor. ¿Qué nos ata? ¿Qué tememos? ¿Por qué estamos atrapados en este anillo temporal? Sólo puedo encontrar una verdad. Única y auténtica. Hasta que no asimilemos nuestra sombra, a nivel de individuo y a nivel de colectivo, estaremos condenados a revivir un bucle que se repetirá eternamente, una y otra vez. Y aquí se volverán a repetir las mismas patologías, en otro tiempo. Incluso este tiempo otra vez. Atrapados en una fase de no evolución. Fase primitiva, violenta y no creativa, pues hasta las creaciones en este tiempo tienen un sentido comercial, no de avance y mejora. Seguiremos mucho tiempo en este ciclo. Sin embargo, creo en la Voluntad de Poder, como concepto profundo, y algún día superaremos esta fase. Hasta que no asimilemos los aspectos psicológicos no habrá nada que hacer en el plano material. Lo que hasta ahora hemos hecho no nos ha hecho mejorar o avanzar más allá del exterior. Falta el plano interior. Ahora comprendo esta verdad.

     Ha ocurrido un doble desdoblamiento de la identidad del Yo. Ahora se piensa en el desdoblamiento tecnológico como si fuera el único. Ese que separa el yo del mundo material, en el que “interactuamos” físicamente, del yo digital “digital self” —esto es la imagen o identidad que hemos creado online y damos en el Internet de todas las cosas y las redes sociales, lo que también se llama promoción del autoconcepto—. Pero no se ha reflexionado profundamente sobre esto, ya que ocurrió un desdoblamiento anterior, mucho antes, y que grandes pensadores como Nietzsche o grandes psiquiatras como Jung, advirtieron. El desdoblamiento que separó al Yo Interior —para mí, el verdadero Yo, lo que realmente somos, nuestra potencialidad como Ser (La Clave Ontológica), y que se manifiesta en el mundo de los sueños y la creatividad, por ejemplo—, de ese otro yo del plano material que antes he mencionado y se ha desdoblado nuevamente en el digital self. Por esto he llamado a este concepto, La Trinidad del Ser. Pues han ocurrido Dos Saltos, separándonos de nuestra esencia en Tres Niveles. Así llevamos inmersos en un proceso de alejamiento de nosotros mismos, ocultándonos en capas de “monstruosa irrealidad”; en otras palabras: siendo otra cosa y no lo que somos. Silenciamos lo que llevamos dentro, poniendo mucha fuerza para ocultarlo y negarlo —de aquí se explican tantas enfermedades del espíritu por así llamarlo, entre ellas, depresiones y otras patologías, que abundan en la sociedad moderna—. Hoy es difícil saber quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Más aún, por esa ruptura con el Verdadero Yo. Esto se ha definido y explicado de diferentes formas a lo largo de la historia: como proceso de desnaturalizacióndomesticacióndeshumanización, debilitamiento del espíritu humano… etcétera. Pero lo evidente, es que esta dinámica se está agudizando. Puede llevarnos a la pérdida total de la identidad, ahora que, en el Internet de todas las cosas, se ha creado un nuevo universo paralelo y virtual, al que ya teníamos anteriormente en el plano físico. Igualmente de falso y virtual, pues en este último, a su vez, se huía de ese Yo o plano más profundo. Así, hemos saltado de simulación en simulación, de realidad virtual a realidad virtual, en saltos mortales, para ser en cada plano algo diferente a lo que realmente somos por dentro. Y temo, que, con el yo digital, no volvamos a encontrarnos, saber quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos.

     Las ciudades de tecnología y luces relampagueantes, hologramas y edificios que tocan el cielo, son parte de ese ciclo y los acontecimientos de pandemias, guerras y dolor que se están sucediendo, todos sabíamos que iban a pasar, y volverán a pasar. Los gobiernos son los únicos que no lo vieron y tampoco quisieron ver. Muchas personas ya se han ido espiritualmente. Sólo una reconciliación, desde el punto de vista de la psique, puede integrar a los dos polos. También existe un adoctrinamiento desde siempre y no sólo en los nacionalismos. Lo veo todos los días, a todas horas, desde padres hasta instituciones. Te hacen ser un individuo para que cumplas las expectativas de un sistema u otro, y lo hacen por innumerables presiones, conscientes e inconscientes.  Pero no he visto todavía, que por fin no se aplique ese adoctrinamiento para que nos desarrollemos completamente, seamos nosotros mismos y mejores humanos. Llegará el día, y ya os digo, que en ese día ya no habrá religiones, banderas, nacionalismos, tanto odio y energía gastados en mentiras, sino más bien en la pura creatividad, oteando hacia horizontes más lejanos. Esa es la condición humana, desde que salimos de las praderas del Rift Valley en África, mirando a las estrellas, y eso no era para ser zombies que miran pantallas, compran cosas, derrochan y se niegan a vivir. El espíritu del humano es creador, es pionero, es explorador; y eso no lo pueden ocultar mucho más tiempo nuestros mediocres y oscuros líderes políticos, con sus insulsos seguidores, todos. Habrá guerras, grandes conmociones naturales y humanas, pero estoy convencido de que llegará ese nuevo humano un día y, mirará atrás riéndose de esta fase de fracaso y estupidez; y ese nuevo humano, probablemente, ya se encuentre de viaje a nuevos mundos, con la lección aprendida: el Verdadero Dios era la Naturaleza antes de destruirla, y los verdaderos principios, la Voluntad de Poder y la búsqueda de la libertad. La mayoría de los hombres buscan un líder justo, se conforman con poco, otros buscan la libertad. Quizás esto último es atrevido, un sueño, una ilusión, y con la fuerte irrupción de la inteligencia artificial que estamos viendo ya, no seamos más que el eslabón de un proceso evolutivo, desde lo orgánico a lo inorgánico. Espero que esto último no suceda, y que aquel puente o cuerda tendida que vio el mismísimo Nietzsche, desde el humano al Übermensch, fuera esa transformación espiritual hacia algo mejor que los humanos, y no hacia meros algoritmos, robots o procesadores de datos.

 

Escrito en abril de 2017 y revisado y actualizado hoy (11/04/2023) por J. S. Santiago




viernes, 11 de junio de 2021

El tema de la violencia (Ante el sensacionalismo y manipulación emocional de la sociedad: la profundidad, objetividad y la perspectiva conciliadora)


El tema de la violencia es complejo, pero nadie ha caído por el bombardeo mediático, ideológico y político, el sensacionalismo tan visceral que impera, de forma tan bien desplegado para atraer votantes y nuevas caras a sus filas, en que no es un problema únicamente del heteropatriarcado, sino que hay que ir mucho más lejos, a capas inadvertidas, difíciles y bastante desagradables, que muy pocos están dispuestos a asumir, porque requiere sufrir por un lado, y por otro, asumir aspectos que no  nos gustan (censurados y reprimidos en los planos de la conciencia, pero que nos llaman peligrosamente desde los planos inconscientes). Reprimir/censurar al “monstruo” que todos y todas llevamos, no puede evitar que un día no nos convirtamos en uno, pero quizás, si comprendiéramos a ese “monstruo” que nos negamos a estudiar y sacar a la luz, para comprenderlo, aceptarlo y quererlo (la parte nuestra que la sociedad se empeña por eliminar porque es “mala”, pero la verdadera cura y persona sana, sería aquella que ha conciliado con ella), quizás ahí, el problema de la violencia humana desaparecería. Sin embargo, gran cantidad de recursos económicos, materiales, propagandísticos y psicológicos se están aplicando para hacer un trato superficial del problema, sensacionalista y que juega con los sentimientos humanos, para no ir nunca a la raíz y si una vez más, manipularnos; una trampa social. 

     A diario se nos cuenta este relato de buenos y malos, donde parece que el hombre y sólo el hombre, es la causa-origen de este mal: “porque el sistema lo ha educado así, porque ha sido programado así por las capas del heteropatriarcado, para ejercer violencia estructural y sistémica a la mujer desde múltiples planos”. Ese trato del problema lleva dándose durante años, y me temo que así no se va a solucionar, pues la verdad es mucho más dolorosa, profunda y compleja. Ojalá fuera tan sencillo como nos venden. Sin embargo, sí se está cayendo en un nuevo racismo (hacia el hombre, lo que he llamado misandria posmoderna). Pondré un fácil ejemplo que lo explica bien: si te incomoda, te produce miedo y aversión, por ejemplo, un emigrante, aunque exteriormente no lo muestres porque es incorrecto sentirse así, tienes un problema de racismo. Se podría aplicar a muchos casos. Pero con esta perspectiva del nuevo feminismo y cómo solucionar el machismo, está produciendo y ya no sólo en los planos conscientes, sino también inconscientes, algo igual de peligroso que la propaganda de la derecha ha hecho con los emigrantes (los trata como potenciales criminales a todos ellos). Así está pasando con los hombres, donde la mujer se siente amenazada por su presencia, miedo e incluso aversión, esto está ocurriendo cada vez más (todo hombre es un potencial asesino, maltratador, infanticida, violador, acosador, agresor…) y esa culpabilidad cae sobre los hombros de los señalados. El emigrante se debe sentir tal y como es descrito y señalado por los lobbies derechistas, y el hombre por los lobbies del nuevo feminismo. Es crucial entender esto, porque caer en ese discurso vacío y superficial no solucionará el problema, sino crear más división, miedo, odio, conflicto y problemas. Si de verdad el nuevo feminismo quiere solucionar el problema debe alejarse de la politización (dejar de tratar como votos a las personas) y el sensacionalismo (ese uso mediático, todos los días, donde se exacerban los problemas y les dan dimensiones tremebundas para hacernos creer que está ocurriendo una especie de persecución a la mujer en el caso del machismo. O una invasión de emigrantes, en el caso de la migración por parte del polo derechista. Lo que causa miedos infundados en las personas y que nos alejemos cada vez más a relaciones humanas artificiosas y frívolas). Uso esta analogía no por casualidad, sino por la actualidad que nos toca. 

     Las estadísticas muestran un descenso de muertes por violencia de género (en 2003 murieron 71 mujeres y 72 en 2004, mientras que en 2019 lo hacían 55, cifra aún sangrante; sólo comprueben los datos de los últimos veinte años en los ministerios pertinentes en cada mandato) y deberíamos trabajar hasta que fuera cero víctimas y cero maltratos. Pero pese a al descenso, más que nunca los medios de comunicación, de forma sensacionalista y exaltada, nos insertan una realidad contaría que podría hacernos retroceder (miles de personas mueren directamente por la contaminación en España y no hay ninguna presión mediática, sensacionalismo o tal bombardeo que se asemeje a lo visto en el aspecto del machismo, por poner otro ejemplo), porque la perspectiva desde que se trata es equivocada al crear división, miedo y odio. Las causas de la violencia son múltiples, e ignorar ese hecho es igualmente de peligroso. El estrés, la presión y la frustración a que somete el sistema en una sociedad cada vez más egoísta, individualista y competitiva a las personas, las mayores desigualdades debido a las asimetrías del sistema, las presiones de las redes sociales y las modas, la educación al servicio del mercado y la productividad, en lugar de hacernos personas más compasivas y que entendemos mejor nuestras emociones, la polarización ideológica, los trabajos precarios y exigentes que ponen al trabajador al límite, las relaciones humanas cada vez más frías y distantes (como el sociólogo Bauman describió, nos comportamos y tratamos los unos a los otros, acorde al modelo económico, en este caso, un  modelo consumista implica que el trato humano sea similar al de objetos que consumismos: usar y tirar), la falta de empatía y amor, las palabras felicidad y éxito que son usadas de forma tan equivocada, llevando aún a las personas a mayores grados de insatisfacción, y la lista podría ser interminable. Porque se nos educa y programa para ser seres actualizados totalmente con el modelo socioeconómico reinante, y no para entendernos mejor, conocernos y saber interpretar nuestras emociones y que estas no terminen creando problemas mayores. En definitiva, un sistema desequilibrado que educa a sus ciudadanos en estos parámetros, originará personas desequilibradas, frustradas y, por ende, más violentas (echen un vistazo a la literatura científica y comprobaran lo citado aquí). Que diferente sería, si nos educaran emocionalmente y para entendernos mejor, y en un sistema equilibrado, pues la violencia disminuiría enormemente, pero el discurso feminista del heteropatriarcado no tendría sentido y no atraería votos (que es lo que parece importante aquí).

     Otro aspecto del tema, sería la violencia hacía los niños y niñas. Esta no es sólo cosa de los padres. Las madres también ejercen violencia y asesinan a sus hijos e hijas (y muchos casos no por la influencia de un hombre maltratador o malo detrás, o por la influencia del patriarcado). Pero esto no sale a la palestra, no interesa mediáticamente. Como los casos de maltrato que se dan hacía ancianos en residencias de mayores, por dar un ejemplo, donde son mujeres en la mayoría de ellos, quienes maltratan a estas personas vulnerables. Este ejemplo, y podría citar más, muestra que tal vez ocurre algo extraño con el humano y debemos resolver: en situaciones de poder, o donde hay alguna persona vulnerable, el que ejerce ese poder, autoridad o fuerza, en muchos casos termina vejando o maltratando a la persona vulnerable. La ciencia, políticos y la sociedad, deberían de averiguar el por qué, más allá de campañas ideológicas o políticas, lazos, etcétera, que en realidad ayudan poco. Sin embargo, ir a las entrañas de la cuestión, sería muy interesante si hay un interés verdadero por llegar a soluciones. 

     Creo, y siempre desde mi punto de vista, experiencia como humano y sabiduría propia adquirida de dicha experiencia, con humildad, a sabiendas de lo polémico que es el tema, visceral y políticamente incorrecto (pues cuestiona la versión oficial), que el camino de la reconciliación, el reconocimiento de la propia naturaleza humana (no rechazarla, censurarla o reprimirla) y las diferencias entre humanos (porque no somos iguales y es la mejor característica que tenemos, pero no confundir la diferencia con mejor-peor, superior-inferior, más o menos derechos y esos discursos nazis), nos podría traer una paz y armonía insospechadas, aparte de resolver de una vez estos problemas. Negar estas cuestiones, convertirnos en negacionistas de la violencia, pero idólatras de la moda ideológica de turno, caer en el buenismo negando la existencia de la otra mitad del mundo (la fea, la del sufrimiento, la del dolor, la violencia, la miseria, etcétera) nos aleja de la realidad y de una solución humilde y eficaz de tales problemas y horrores, que, por desgracia, podemos observar a diario y nos rodean. Hay que superar la programación y manipulación social, para ir más allá, y poder resolver dichas cuestiones. Y para ello, hay que ensuciarse las manos y sacar a relucir las miserias humanas y dolencias más oscuras que aún medran en los fosos interiores, pues nunca estuvimos dispuestos como sociedad, a enfrentarlas, por miedo y por lo doloroso (para mí, valiente) que es tal paso. Me gustaría una perspectiva más psicoanalítica, científica, objetiva y profunda de estos temas, y no sean mero uso político e ideológico, atractores de fácil y superficial opinión, donde solemos caer sin darnos cuenta.


     Dicho esto, encuentro muy preocupante que la sociedad y nosotros mismos censuremos estos debates. Veo demasiada violencia y carácter reaccionarios en la gente, cuando se discrepa y se intenta profundizar en estas problemáticas desde un punto de vista más conciliador y objetivo, que el meramente aceptado socialmente. Incluso negando la palabra y tratando mal al que trata de exponer su experiencia y sabiduría (cada uno tiene la suya propia y mientras haya respeto, debe ser bien tratado y que la discusión sea constructiva, no un ejercicio de ver quien lleva la razón a la fuerza y sin argumentos). Por eso creo, que el trato ideológico de los problemas está haciendo mucho daño, polarizando y radicalizando a las personas, lo que nos incapacita llegar a la raíz-fondo de cuestiones tan importantes como esta.


domingo, 27 de septiembre de 2020

Deporte y montaña profunda

 Aquí traigo dos nuevos conceptos que vienen a dilapidar los conceptos convencionales y actuales que tenemos sobre el deporte y el deportista.

 

     Hasta ahora, el deporte ha sido un fenómeno más bien occidental, impulsado por modas y promovido por la gran industria que hay detrás y, sus poderosos mecanismos de publicidad y marketing. La industria del deporte tiene mucho poder y mueve mucho dinero (productos de nutrición, grandes marcas, etc.). Así se ha ido moldeando el deportista, desde un polo totalmente erróneo, que el deporte profundo viene a demoler.

 

     Concretamente, voy a centrarme en la montaña y aquí entra el concepto de montaña profunda. Se trata básicamente, en realizar el deporte en su estado más profundo y puro. No se precisa de ayuda más que el alimento, agua y material que tú mismo puedes portar. No hay apoyo de terceros que proporcionan un avituallamiento, material o alimento –no, el deportista es totalmente autónomo, sólo él/ella lleva lo que necesita y lo que es capaz de llevar y hasta donde pueda, no más–. Además, llevará de vuelta consigo todo, no queda ningún residuo por el camino. El alimento sólo puede ser natural y no procesado –un plátano, por ejemplo–. Y el líquido tampoco puede estar adulterado –no hay espacio para bebidas energéticas, por ejemplo–. Adiós a geles, suplementos, creatina, etc. El deportista de montaña, no irá nunca campo a través en esta modalidad, evitando así deteriorar el medio ambiente y la naturaleza, erosionando o molestando a la fauna silvestre. Irá en solitario o en grupos reducidos, no compite en carreras (tristemente, en esos eventos colectivos es donde más daños y contaminación se producen en la montaña: erosión y molestias otra vez; o envoltorios de geles que no paro de encontrar cuando subo a la montaña). Esa es la idea. Y un último punto, no se monitoriza con aplicaciones móviles o tecnología digital –nada de tiempos y mapas–. Se orienta espacial y temporalmente con el sol, la luna y los astros, devolviendo al humano a su estado más profundo y natural, durante ese tiempo que se practica la montaña profunda. Un concepto totalmente revolucionario que nos conectará con nosotros mismos. 

 

     ¿Por qué?

     Porque se está haciendo un uso enfermizo del deporte, de egos y competitividad insana. Porque es el verdadero modo de conocer tus límites. Porque estamos deteriorando el medio ambiente al hacer un mal uso público de los espacios naturales, sobre todo cuando realizamos deporte. Porque destrona el falso ídolo de deportista que teníamos hasta la fecha –no es real, diseñado a base de un poderoso negocio detrás, con suplementos artificiales, dopaje y presiones que inflaman el ego, pero falsos, no se corresponde con la realidad–. Este usuario deportista se llama: deportista artificial y hace un uso artificial del deporte. El deportista profundo en cambio, conoce sus límites y no inflama su ego, sino su experiencia y conocimiento (quiere saber hasta donde es capaz su espíritu y su cuerpo; conocerse, no compararse en carreras competitivas de deportistas artificiales). Por salud, alimentándose de comida sana, ecológica y natural y no procesada, y menos aún, usar sustancias cuestionables.

 

     Aquí tres ejemplos que lo dejan claro: 

 

-Corres una distancia media-larga, pero terminas tomando un gel. Sin tomarlo, hubieras hecho 10 minutos más porque no hubieras evitado una fatiga muscular, pero al tomarlo, tú no tardas 10 minutos menos, el gel lo hizo por ti (no conocerás tu límite, es una trampa de tu mente. Es artificial).

 

-Quieres correr una larga distancia y consigues correr finalmente 30 km con tus propios medios y no 100 como querías. Pero estás orgulloso, porque es por tu propio medio, ese es tu límite auténtico. Te conoces, no ha habido una ayuda artificial y externa.

 

-Subes un 8000 sin guía y porteador, ni oxígeno y finalmente llegas a 7000. Bravo, ese es tu límite. Lo otro, es mentir, es negocio, es comercialización de la montaña, y deterioro del medio ambiente. Violación de la sagrada montaña.

 

     El deporte profundo puede aplicarse con los mismos parámetros a cualquier deporte. Por tu salud y la del planeta. Por conocer tu verdadera profundidad. No hay que pagar tasas o intentar entrar en algún grupo elitista/exclusivista de deportistas artificiales.

 

     Deporte y montaña profunda, son más que un banal deporte artificial y mucho más duros que la disciplina, las dietas y la monitorización que requiere este último. El deporte profundo va mucho más profundo, requiere una filosofía y estilo de vida, requiere de creer en tu espíritu. Deporte profundo, el deporte que haría un verdadero Übermensch. Somos pocos, pero únete.

 

 

J. S. Santiago 27/09/2020



lunes, 15 de abril de 2019

Los problemas verdaderos


Primero de todo me gustaría hacer una breve nota. He estado investigando estos temas un largo tiempo y he intentado hacer aquí, una breve síntesis, una especie de ensayo corto que vaya al grano y al fondo de las cuestiones. Los distintos puntos pueden parecer inconexos, pero en esencia están conectados, siendo no sólo actuales, sino necesarios en este nuestro zeitgeists en el que vivimos hoy. Tampoco pretendo ofender, no deja de ser un ejercicio subjetivo, un ensayo de opinión, pero fundamentado en un estudio, en un conocimiento previo, tratando de evitar todos los sesgos posibles y acercarme a la máxima objetividad, para a su vez llegar a la verdad. Sólo pido un por favor al lector: que se deje los prejuicios a un lado e intente no juzgar lo que trato aquí acorde a sus ideas, -ismos, ideologías previas... en el siguiente texto, para que pueda haber un ejercicio de comprensión que nos ayude a entender la problemática y así resolver ciertos malentendidos que nos están perjudicando. Incluso evitar las graves manipulaciones que se están logrando en amplios sectores de la sociedad a favor de ciertos intereses o lobbies que andan sin duda detrás. Dicho esto, me meto de lleno en el desarrollo del ensayo.



     El primer aspecto es el algo inevitable, que está en boca de todos: los nacionalismos. Incluso me encuentro unos tipos de nacionalismo criticando otros nacionalismos sin saber que ellos mismos son otro tipo de nacionalismo, quizás aún más tosco. En esencia, es básicamente lo mismo: etnonacionalismo. Esto es la creencia de que una cultura, es mejor que otra, conllevando a otra creencia más perjudicial: que esa cultura es mejor, por tanto superior, y no sólo eso, que merece más, despreciando a las otras culturas. Esto a veces es evidente, desenfocando en manipulaciones, tergiversaciones, mentiras, cinismo y otros comportamientos que van desde sutiles a agresivos y violentos. Todo esto en el plano de la conciencia, pero también existe en el plano inconsciente, con ideas ya asimiladas y que como un virus se han extendido, convirtiéndonos en esclavos de tales ideas, sin saberlo. En la actitud, en el día a día, se actúa desde esa perspectiva de que yo y los míos somos mejores, superiores y el resto inferiores, peores, dividiendo en grupos: buenos y malos, los que merecen y los que no merecen… la historia está llena de esos casos de locura colectiva que han llevado a atrocidades inimaginables que la historia ha tratado de describir: La Italia fascista (1922-1945), Alemania nazi (1933-1945), España franquista (1939-1975), genocidio en Ruanda (1994) y en la actualidad el caso de Israel en su represión al pueblo palestino. Estos son algunos ejemplos destacados de etnonacionalismo.



     ¿Pero de dónde nacen el nacionalismo o etnonacionalismo? Hay que remontarse a las revoluciones liberales del siglo XIX. De estas revoluciones surgieron el humanismo liberal o liberalismo, así como la idea de estado y nación. Antes el sistema se basaba en imperialismos. No existía la idea nación como sí. Esto trajo ciertas ventajas, pero también problemas. Entre los problemas ya los conocemos bien, el explicado en el párrafo anterior y que desde fuera de un equilibrio saludable puede traer graves males, y sobre el que profundizaré más en los siguientes.

   

    En España se está volviendo a una época de expansión del temido etnonacionalismo, tanto el nacional, el de estado: el españolismo; como los movimientos independentistas, el caso catalán el más destacado. Sin darse cuenta de que ambos se combustionan e inflaman al otro, se retroalimentan. Pero recordemos que los extremos se tocan y tienen grandes similitudes entre ambos. Ya sean nacionalismos de izquierdas que se conjuran con los de derechas en Cataluña, o de extrema derecha en el caso de España. Está situación no es nueva, ya se repitió en la segunda república (1931-1936/1939), acabando tras la conspiración político militar del sector conservador que provocó el golpe de estado y la consecuente guerra civil (1936-1939). En aquellos años todo se terciaba más violento, pero el contexto político y social eran muy parecidos. Etnonacionalismos y divisiones ideológicas que se inflamaban las unas a las otras. No hay que olvidar que cada etnonacionalismo bebe y se alimenta de una serie de mitos históricos y mitologías, en las que basarse, para asimilarlas en su discurso, valiendo de este modo de causas y razones para la justificación final de sus acciones. Se auto reafirman con dicho método. Cada etnia o pueblo puede encontrar en los complejos procesos históricos argumentos en su favor y en su contra, y esa manipulación de la historia en favor, es la que hace crecer la causa de dicho movimiento nacionalista, sea cual sea.



     Hay un factor interesante en estos etnonacionalismos. Es la tendencia sur-norte. La creencia desde los países o regiones del norte más desarrollados económicamente por causas históricas, de ser mejores que sus vecinos sureños. Cuanto más se va al norte, y a ciertas regiones, más se dispara esa tendencia. En mis viajes he podido corroborar lo que mis investigaciones también me adelantaban. Y es una creencia bien asumida. Aquí ocurre lo que yo he llamado la doble ignorancia, que más adelante describiré. Otro etnonacionalismo muy extendido es el occidental. La cultura de occidente piensa, se ve y se cree superior al resto de culturas, a las que mira por encima del hombro o como un padre protector. En mis viajes fuera de la esfera occidental, por ejemplo, Centroamérica o Asia, donde estuve varios meses, comprobé que estas culturas pueden describirse como diferentes, con sus cualidades y defectos, como los occidentales tenemos; pero no como inferiores o peores, tal y como se piensa extendidamente desde dentro de la esfera occidental. En todo caso vi grandes virtudes en estos pueblos, que no les encuentro en mis hermanos occidentales. Más bien, más que un padre protector, veo a occidente después de salir y observar su esfera desde fuera, como un niño caprichoso y arrogante, que, para satisfacer sus impulsos egoístas y momentáneos, exige al resto de forma amenazante sin pensar en las consecuencias que dichos caprichos pueden ocasionar a otras culturas y al planeta. Esta descripción de niño caprichoso, creo que es más que afortunada para describir al espíritu de occidente y al occidental medio. Unas esferas del absurdo que originan una distopía en la que muchos malviven en la miseria para que los bien asentados de occidente disfruten de esos caprichos.



     Volviendo a la tendencia sur-norte. Cuántas veces no se escucha desde el norte de Europa decir, incluso abiertamente que sus vecinos del sur a orillas del mediterráneo son flojos, pobres e ignorantes. O dentro de nuestro país, en España. Pero luego ocurre igual si vamos más al sur; lo mismo se piensan en los países europeos del norte del mediterráneo en relación con los africanos del sur del mediterráneo. Y esa tendencia se hace más brusca cuanto más al sur se va. Yo he vivido en diferentes países de distintas latitudes, recogiendo numerosas pruebas en lo que en experiencia personal se refiere que demuestra esto, que ya muchos estudios han demostrado y re-demostrado. Regiones y países del sur, más ricos en recursos naturales y culturales han sido sometidos a un proceso sistemático de saqueo. Un flujo de parasitismo donde el norte ha ido extrayendo esa riqueza para su engorde económico y cultural. Esto se conoce como empobrecimiento. Porque esas regiones que se tachan como pobres, no lo son, sino al contrario, más ricas que sus vecinos norteños, pero han sido arrebatadas de sus propias riquezas. Por eso no se debería de hablar de regiones o países pobres, sino empobrecidos.



     Si se indaga lo suficiente, con un mínimo de atención, se comprueban que la mayoría de los recursos importantes vienen de África o regiones del sur, mientras que las regiones del norte de Europa o en nuestro propio país, no disponen de tales recursos. Sean energéticos, materiales o productos básicos como alimentos —por ejemplo, en Alemania, Holanda o Reino Unido, toda la fruta, hortaliza, verdura... etcétera, vienen del sur de España, Marruecos u otros países del mediterráneo; petróleo, gas, diamantes, coltán, caucho, café… etcétera... la mayoría provienen del corazón de África—. Además, históricamente todo el tejido industrial y económico se ha localizado al norte. En España mismo, mientras en Andalucía, las tierras se la repartían entre un puñado de caciques que disponían de grandes latifundios, el resto de los habitantes eran jornaleros y campesinos que trabajaban de sol a sol, por salarios de hambre, pero toda la fuerza industrial, de innovación, infraestructuras, se fue construyendo en dos focos principales: Catalunya y País Vasco. Ese proceso se fue retroalimentando desde el siglo XIX. Creando una desigualdad que aún a día de hoy es insalvable. Lo mismo ocurre si comparamos otros países vecinos —Italia caso muy similar—. O si comparamos norte de Europa con el sur de Europa. O Europa con África. Una vez más esa tendencia sur-norte. Esa desigualdad, empujaba al jornalero andaluz que trabajaba sol a sol por salarios de hambre a emigrar, ya fuera al norte de España, donde se concentraban las nuevas industrias y oportunidades instaladas por los gobiernos en su incentivo para acallar las presiones nacionalistas. O hacia Alemania, Suiza y Francia. Es por eso, que muchos catalanes actualmente tienen orígenes extremeños o andaluces. Una paradoja histórica. Aquí es donde opera esa doble ignorancia, pues de esa desigualdad se han creado dos monstruos: la ignorancia del sur, por la falta de oportunidades y el empobrecimiento sometido a sus habitantes en una dura realidadmenos recursos para desarrollarse intelectualmente y crecer personalmente, menos recursos educativos, por ende, más ignorancia—. Ignorancia que se autoalimentan y crece haciendo que estos pueblos se consideren como pobres e ignorantes. En lugar de investigar los por qués y los cómos. Y en el norte se crea la otra ignorancia, la ignorancia del norte —un monstruo sobrealimentado de egos, una élite esnob de burgueses y clases bien asentadas que han podido tener más oportunidades y recursos para desarrollarse, personal e intelectualmente debido al contexto socioeconómico creado allí con la mano de obra sureña y de empobrecidos—, y finalmente creer que son mejores y más ricos que esos «pobres, flojos e ignorantes sureños». Por eso abunda el pensamiento de que es mejor independizarse y seguir esa tendencia etnonacionalista —de forma consciente o inconsciente. Esa es la doble ignorancia que alimenta ese nuevo etnonacionalismo regional o de estado, con la tendencia parásita incentivada por los poderes del norte sobre el sur. Cuando el origen es la desigualdad y el empobrecimiento. Y el enemigo es el mismo, las altas esferas que juegan y manipulan a las clases desfavorecidas para dividirlas y controlarlas mejor, acorde a sus planes. Doble ignorancia, el sur por el empobrecimiento, y el norte por la sobrealimentación económica. Así es, la causa es económica y siempre lo ha sido. Y aquí tenemos el esperpento, una realidad absurda como advertía Albert Camus que alienan al individuo y a la sociedad, poniéndoselo muy fácil a los que mueven los hilos. Dos realidades nacidas de la desigualdad económica y de clases, que en definitiva son el combustible de los etnonacionalismos.



     Hay más ejemplos interesantes. Desde mi experiencia, observación e investigación he podido comprobar todos estos aspectos en persona. Y con esto voy a describir el contexto actual. Recuerdo mis viajes a Catalunya en distintas épocas. He podido viajar por todas sus provincias y hay ciertos detalles que pude comprobar por mi mismo, en persona. Ya había escuchado ejemplos o leído, pero observarlo y vivirlo en persona fue interesante. Encontré en su mayoría gente muy amable y abierta de mente, pero también frecuentemente me encontré con ciertos casos que merece la pena describir. Con esto no pretendo crear hostilidad y dividir, al contrario, sino comprender. Noté cierto chauvinismo, a veces quizás sutil, otras evidente. Más de una vez me dijeron en sus propias palabras: «allí estaba la mejor comida del mundo, y que era mucho mejor que la que podía encontrar yo en Andalucía»; y así con cada temática: música, arte, deporte, conciencia ambiental, civismo, cultura… etcétera... esa tendencia me desconcertó y sorprendió porque no encontré grandes diferencias en su comida u otros aspectos. Más bien notaba muchas similitudes entre nosotros. Por poner un ejemplo sencillo y reconozco algo estúpido, pero no por ello no cierto: la dieta mediterránea, es la misma que puedes encontrar de punta a punta, desde el estrecho de Gibraltar a la frontera de Gerona con Francia en el caso de España, e incluso más allá de esos límites, extenderse a toda la cuenca del mediterráneo. Una dieta muy rica, por cierto. Hablaban de la pan Tumaca o de la paella catalana como si fuera una especie de cosa celestial sólo propia de ellos, cuando las tostadas de tomate siempre ha sido una cosa muy mediterránea y extendida, en Andalucía base del desayuno tal y como recuerdo, y mis abuelos también me contaban. Y de la paella o arroz amarillo qué decir. Es algo así como apropiarse de la cultura adyacente que también es propia y hacerla sólo mía y además catalogarla de mejor, y despreciar a la que se sale de las fronteras que yo considero como las de mi gente. Y con ese ejemplo infantil, pero creo que claro, directo y muy gráfico, podría repetirlo en cada ámbito. Esa es la sensación que me sobrevino al observar todo ese acontecimiento desde fuera y tratar de examinarlos de forma objetiva. Otra cosa que percibí es cierto rumor y cuchicheo cuando escuchaban mi acento andaluz, y eso que yo no lo tengo muy acentuado, sobre todo cuánto más al norte de Catalunya iba. Varias veces no quisieron dirigirse a mi familia o a mí en español, idioma que compartimos, pese a que ellos tengan el catalán como su lengua materna y entiendo que es normal que la usen. Sin embargo, para hablar a los franceses o ingleses de la mesa de al lado si hablaban en sus respectivos idiomas para atenderles. Me sorprendía ver las cartas de menú traducidas a múltiples idiomas y no al español. No era en todos los sitios, pero fue interesante comprobar por mí mismo estos comportamientos, que no hay que generalizar ni sacar de contexto, pero evidentemente están, existen, como muestra de etnonacionalismo. Describo el caso y ejemplo catalán porque aparte de haberlo vivido, tengo muchos amigos allí y admito que me gusta su cultura y tierra, y les admiro. Pero eso no significa, que se deba ocultar la susodicha problemática. Luego está el ejemplo viceversa, he visto esa hostilidad, al contrario, a ciertos españoles comportándose con los catalanes. Por eso, el problema del etnonacionalismo es ambivalente, y no pertenece a unos u otros, sino que los culpables son los dos polos que se auto inflaman. Con todo esto no quiero decir que esté mal preservar o promover su cultura, su lengua… o estar orgullosos de la tierra donde uno vive e identificarse con sus costumbres, ni mucho menos, sino un llamamiento a un uso saludable y equilibrado de esos constructos, sin llegar a esos extremos de desprecio u etnonacionalismo alienante.




     

Querría además explicar, cuál es el verdadero culpable de este caso concreto, el catalán.  Eliminando los sesgos políticos, partidistas, cognitivos e ideológicos. La historia ya se ha escrito, y la derecha española, se ha registrado como la culpable original del problema. No hay culpables mayores. Otra vez vuelven a ser culpables, como lo fueron de lo sucedido en el 36 y es necesario que de una vez lo admitan y sean consecuentes con sus acciones. Antes del 1-O, en Cataluña había menos de una mitad del electorado que tenía simpatía por partidos de ideología independentista-nacionalista, hoy más de la mitad y va in crescendo. Desde mi punto de vista es un error cómo se ha tratado todo este problema. Reprimir políticamente o haciendo alusión a la vieja constitución que tan poco se identifica con los días de hoy.  Un tratamiento totalmente erróneo. Reprimir la intención de un pueblo a decidir, nos ha mostrado la historia siempre que es un fracaso. Porque la mayoría de los catalanes sólo querían tener la oportunidad de elegir, algo simbólico al menos, pero al no darles esa oportunidad, hemos creado un mayor problema. Tal vez por eso, en otros casos se actuó de forma más inteligente: Quebec en Canadá (1995) o Escocia en Reino unido (2014). En ambos casos había un fuerte movimiento independentista, se les dejó realizar un referéndum explicando bien que significaría hacerse independiente en un contexto global donde todo está conectado, desde todos los ámbitos, económicos, sociales, aduanas… y en ambos casos eligieron estar. Ahí se acabaron los problemas independentistas en Canadá y Reino Unido. España, una vez más no es muy lúcida políticamente, y ha originado lo contrario, un problema que ya no parece tener solución, creado, alimentado por la derecha, que ahora ha radicalizado su discurso, y hasta hace aparecer de nuevo a toda esa carcundia conservadora del eje ignorante: iglesia católica, monárquicos, familias tradicionales poderosas, burguesía y derechistas —que ya tanto retroceso, retrogradismo, daño e imposibilidad de avance como lastre pesado, han costado a España—, que parecen haber vuelto a levantarse y a hablar como hablaban en el 1936. Algo absurdo, peligroso y triste. Como máximo estandarte ese defensor de los ricos que habla por los pobres, Abascal y su partido VOX, o Casado con el nuevo aire radical que le ha dado al PP. Estos incendiarios, no sólo inflaman el nacionalismo catalán o vasco, sino que se alimentan de estos para ganar votos. Es como si se dieran la mano por detrás, para crear una enorme cortina de humo, para así olvidar los otros más graves problemas de España. La izquierda tampoco puede eludir su culpa y responsabilidad. Su profunda ambigüedad al tema y no posicionarse, también ha servido en la creación de confusión y como combustible al etnonacionalismo. Es increíble el caso de la izquierda nacionalista catalana, que se posiciona junto a los burgueses conservadores y derechistas independentistas, olvidándose del verdadero primer lema de la izquierda: ese internacionalismo solidario de «proletarios del mundo uníos». ¿Qué queda de esa solidaridad para con otros pueblos de España que han sufrido las mismas lacras, injusticias y opresiones, incluso peores?, de las clases altas, de los poderes y las élites, de las injusticias, de la desigualdad proporcionadas por estas a los empobrecidos —a las clases desfavorecidas—. ¿Qué hay de esa camaradería? El egoísmo del etnonacionalismo parece haber borrado todo el sentido común a la izquierda en su ideario libertario original, de alcanzar una comunidad de humanos libres que acepta las diferencias y la pluralidad pero que trabajan para un mundo mejor, más justo, solidario y un avance no nocivo. No ese progreso nocivo que otros proponen a coste de esclavizar y destruir la naturaleza. Parece que los etnonacionalismos han hecho bien ese trabajo de aturdir, confundir y manipular, pues esas metas se han cambiado por banderas y patrias, chicas o grandes.



     Yo si me posiciono claro. Quiero a Catalunya y a los catalanes. Me gustan ellos y su cultura, y quieren que formen comunidad con nosotros en España y Europa. Porque somos pueblos hermanos. Como andaluz quiero sentirme ligado al catalán y me gustaría que así fuera en todos los andaluces y viceversa para todos los catalanes. No quiero que se independicen ni se marchen. Pues perderíamos todos. Pero creo que ellos deben ejercer su derecho a elegir, a tener un referéndum. Respetando el resultado de este, y las consecuencias que impliquen para ellos y nosotros: creación de una nueva frontera que divide dos regiones hermanas. Dicho esto, también me gustaría que ellos se pusieran en el lugar de nosotros, nuestras circunstancias y contextos presentes e históricas, y entiendan nuestra perspectiva, al igual que yo hago ese ejercicio de mi parte. Pero el enemigo, al menos para las clases de abajo, es el mismo, el poder en la sombra que conspira por detrás para controlarnos y como usa el etnonacionalismo como uno de sus tantos mecanismos de control y manipulación.



   Ya que he lanzado el punto de la creación de una inmensa cortina de humo: el etnonacionalismo como instrumento de control y manipulación; amplio el problema. Todo esto ha servido para ocultar los otros problemas más importantes que tenemos:



-La grave corrupción política y económica que ocurre en las altas esferas donde gobiernos, bancos y grandes empresas se dan la mano. Un peculado suicida que pone en peligro la estabilidad de la nación. Donde hasta partidos políticos han basado toda su financiación y funcionamiento en ese peculado de forma sistémica —siendo el PP el que se lleva el premio en porcentaje, estadísticas y cantidad de dinero movido de forma ilegal, muy seguido por el PSOE. Ya ven, los que parecen que van más de patriotas y con proclamas de la unidad de España, así son de patriotas que roban a los trabajadores y al estado —que somos todos— para beneficiarse. O Abascal, que ahora es el estandarte de muchos, pero ha jugado como el que más a ese juego de influencias y malversación. Un verdadero demagogo.



-Precariedad de la mayoría: salarios miserables que no dan ni para llegar a fin de mes, alquileres imposibles de pagar que hacen imposible a los jóvenes emanciparse y tener un propio hogar —mientras otros acumulan sin mover un dedo masas de dinero y propiedades—. Licenciados, doctores, investigadores y jóvenes preparados que han tenido que emigrar fuera de España para intentar sobrevivir. Formados en España con la inversión que supone, pero beneficiando a Francia, Alemania o Reino Unido. La brecha salarial sangrante y demoledora. Asfixia del autónomo verdadero que se ve empujado a abandonar, sólo grandes multinacionales, firmas y franquicias tienen sitio en el mundo empresarial. Contratos precarios de falso autónomo y salario mínimo a cambio de horarios de trabajo que incumplen cualquier convenio, mientras los jefazos de dichas empresas y entidades se llevan millones de euros al año en sus bolsillos. Todo esto hace imposible la vida a la mayoría de los españoles, mientras otros se frotan las manos.



-Pérdida de calidad de los servicios públicos, de educación y sanidad en favor del sector privado, en el que muchos de nuestros políticos son accionistas.



-Desigualdades: muchas que existen en oportunidades, no sólo en géneros, sino en todos los ámbitos.



-Degradación del medio ambiente cada vez más rápida. Sin importancia, ni siquiera está entre los temas más importantes cuando es el prioritario.



     Pues bien, estos son los principales problemas, pero se han apañado para dividirnos y engañarnos, haciéndonos olvidarlos y así enfrentarnos entre nosotros, por medio de grupitos, -ismos y demás constructos. He visto muchos movimientos que se lanzan a la calle como una moda, cada uno por su lado, queriendo hacer algo, pero sin fondo ni profundidad, más bien empujados por lobbies que andan detrás para beneficiarse dentro de ese juego de poder. Pues bien, yo creo que ha llegado el momento, que de una vez y genuinamente, nos unamos todos estos que compartimos los mismos problemas e injusticias, y comencemos a cambiar la realidad de una vez, luchando contra el verdadero mal y enemigo, y no entre nosotros: la desigualdad y el sistema que nos usa de engranaje y grasa de sus mecanismos. Esa es la llamada y la solución.

     Tampoco hay que caer en el nihilismo. Y al tomar conciencia del engaño del sistema, el absurdo de la realidad y la hipocresía  política, quedarse  con  los brazos  cruzados.  Hay que ser críticos y saber jugar dentro  de este raro ajedrez  que hemos construido. Siempre se puede elegir el menor de los males por ejemplo al votar y como individuos tomar decisiones en nuestras vidas que sumadas en lo colectivo pueden convertirse en una gran diferencia que impulsa un verdadero cambio. Siempre se puede elegir y actuar, hasta el más mínimo detalle suma: reciclar, mirar más por el medio ambiente, decir no a la explotación laboral y la precariedad, no pasar por su aro, aunque sea difícil. Porque sólo así empezaremos a ganar, juntos. El antídoto para huir de los engaños esperpénticos no es otro que el de expandir la mente, abrirla y dejar el cortoplacismo, el olvido y la miopía de una vez. Pensar más a largo plazo con la mirada amplia, para tratar los verdaderos retos y problemas que, al humano, al español del siglo XXI se le presenta.

lunes, 21 de enero de 2019

Humanos de segunda




Hace dos días, partieron de Trípoli 120 personas. A cincuenta millas de la costa, se produjo el naufragio. Sólo ha habido tres supervivientes. Otras 53 personas, en el Mar de Alborán han muerto. En total, 170 vidas humanas, tragadas por las oscuras aguas en cuarenta y ocho horas. Pero, no ha habido portadas, ni gran eco de estas noticias. Nadie ha puesto lazos por estas personas. No se han hecho ningún tipo de homenajes, simplemente, un silencio, un olvido. Como si estos humanos no existieran. Como sí estas vidas no importaran. Pero lo que sí se ha hecho, es bloquear todos los barcos de salvamento y rescate en los puertos. Sin embargo, la estrategia inhumana de Salvini —cerrar las fronteras italianas, para evitar la emigración—, no surte efecto. Estos humanos, siguen viniendo. Lo hacen desesperados, empujados por fuerzas que los humanos cómodos, que vivimos en esta otra parte del mundo, no podemos entender. Ya se construyan muros, como algunos insolentes pretenden. Éste ha sido el último triste ejemplo. Aún sin barcos de salvamento operando en la zona, y las fronteras Italianas cerradas a cal y canto, 120 personas intentaron la dura ruta del mediterráneo central. Sólo tres han sobrevivido. Una Odisea. Ahora, desde nuestra mentira llamada occidente —una burda distopía, de la que muchos no se han dado cuenta todavía—. Imaginemos esta gente, muriendo ahogada o de hipotermia en el frío mar de invierno. Sus vidas apagándose poco a poco, y el agua salada entrando en sus gargantas. Pero este acto terrorista, de occidente, no ha sido condenado. Se han dejado morir a estas gentes, y esa parece ser la estrategia a seguir. Un mar, que ya esconde en sus fondos, los restos de miles de personas. Un genocidio incómodo, al que todos han decidido ignorar. Esta es la clase de política que tenemos para con esta tragedia humana. Donde, hombres huecos como Santiago Abascal, animan en su retrógrado discurso, como en Italia lo hace Salvini —ecos de una segunda venida de Mussolini, pues encierra su mismo discurso—. Como vemos, el fascismo, aún no ha sido superado. Mucho miedo y debilidad, escondidas tras apariencias masculinas. Que ahora proponen las mismas recetas, que en aquel 1939 originaron la mayor tragedia humana del siglo XX. Recetas creadas por otros hombres huecos, igual de bajos espiritualmente y peligrosos. Hay resonancias de aquellos años, repitiéndose ahora, ochenta años después. ¿Irónico? La historia siempre lo es. Pues hay una tendencia patológica a su olvido.


    Occidente, Europa en este caso, no lo dudemos. Somos una distopía. Vivimos cómodos. Privilegiados. No nos falte de nada —salvo las excepciones de este sistema de clases, favorecidos y desfavorecidos; ciudadanos de primera y segunda—. Tenemos mucho más de lo que necesitamos. Pero, nos asustamos, de que otros humanos en otras partes del mundo, no tan privilegiadas, vengan a nuestra burbujita. Sin embargo, estamos bien felices de recibir todos los recursos valiosos que nos vienen de estos países. Recursos que permiten nuestro siniestro modelo de vida, basado en la abundancia consumista. Qué ironía. Nos olvidamos de sus gentes, pero empobrecemos sus países. Explotando sus recursos, para traerlos a precio muy barato hasta nuestra esfera prepotente. Así, disfrutemos de todo lo que “necesitamos”. Allí, dejamos la miseria. Y tenemos la arrogancia, de echar la culpa a sus políticos, incluso a ellos mismos, e impedirles el derecho como humanos, de vivir, de buscar una vida mejor. ¿Pero esto a qué se debe? Tal vez al enorme desconocimiento de la historia y sus sólidos hechos. A un olvido a propósito. La peor de las ignorancias. Que es la que tristemente, veo muy extendida en Europa. Especialmente en los países mediterráneo, que a su vez son el sur de Europa —con España e Italia a la cabeza—. Irónico otra vez, pues no albergan empatía con sus respectivos vecinos del sur. ¿Nadie recuerda lo que ha sucedido en África?, ¿tras la época del colonialismo?, cuando los esclavos traídos de África sirvieron de mano de obra en el Caribe, Norteamérica y otras partes del continente americano. ¡Qué injusticias más grandes han ocurrido en la historia!, ¡qué poca justicia se ha hecho!, ¡cuánto olvido!, ¡cuánta ignorancia!; es que la ignorancia es muy atrevida. Qué decir, cuando todo el continente africano fue dividido como un pastel. Cortando fronteras sin conocimiento alguno, para que las principales potencias europeas se sirvieran los mejores trozos. Así, Europa dió el gran empujón e impulso para su desarrollo tecnológico, industrial y económico. Pues la mayoría de los recursos, nos vienen de estas naciones olvidadas del sur, como ocurrió con el descubrimiento de las américas —pero esto es otra larga historia que tratar—. África, ha sufrido a propósito, siglos de desestabilización social, política y económica. De expolio parásito. De esclavitud. De guerras provocadas. Pero nosotros, nos quedamos con sus enormes riquezas: coltán, diamantes, minerales, gas, carbón, petróleo, fósforo, caucho, café, especias, y un largo etcétera. Productos y materias primas, que han sido y son motor económico en la vieja Europa. Ha ocurrido un parasitismo monstruoso. Quizás, es más sencillo, no ver la distopía, el engaño, la enorme injusticia. Más sencillo, echar la culpa a ellos, cerrar las fronteras, dejarlos morir y mirar hacia otro lado. En lugar de solucionar el verdadero problema y ayudarlos realmente. No hay ningún interés en ello. Pues las ansias de occidente, requieren que estos productos lleguen baratos a sus atiborradas naciones, para que el negocio sea perfecto. Esta “señoras y caballeros” de occidente, es la distopía: para que unos disfruten de los inútiles placeres y extravagantes comodidades del primer mundo, el resto deben de luchar por su supervivencia, padecer enormes injusticias y enfrentarse a sufrimientos inclasificables. Que aquí, en esta parte del mundo, no podemos comprender. Los hemos abandonado. Dado la espalda. Sin embargo, si queremos sus recursos naturales. Para estos las fronteras sí están bien abiertas, de par en par, aunque sean coltán, diamante y/o petróleo manchados de sangre. Pero, para los recursos humanos, están cerradas, a cal y canto. Sólo queremos al africano, y es uno de los miles de ejemplos que se me ocurren, trabajando en una de las tantas minas de África. Muchas ilegales y en condiciones infrahumanas de trabajo. Para proporcionarnos nuestras “necesidades”, por un salario de hambre, y así podamos usar nuestros smartphones. ¿Ven la distopía? Yo me incluyo, con profunda tristeza, lo hago. O tal vez los queremos, a cuarenta grados, trabajando en los invernaderos, bajo el mar de plástico colosal, para producir nuestros alimentos; pero darles la patada, cuando las cosas se pongan feas. Vivimos en un mundo global, conectado. Provocamos tragedias, pero luego pretendemos que no nos afecten. Un pensamiento muy estúpido y arrogante. En realidad, no nos hemos dado cuenta. Todo es como la tercera ley de Newton, algo que debemos empezar a entender: “para cada acción, existe una reacción igual y opuesta”. El olvido de África, y nuestros errores para con el africano, esa acción, implica una reacción. Y la solución no es mirar para otro lado, cerrar las fronteras y construir muros.

    Yo quiero ir aún más lejos, y profundizar más. ¿Qué nos está pasando en occidente?, ¿de dónde viene este olvido?, ¿el motivo de esta deshumanización?, ¿de tal ignorancia?, ¿de tanto odio y miedo?, ¿por qué está triunfando el racismo y su discurso xenófobo?, ¿por qué culpamos a los emigrantes de nuestros propios errores y males?, ¿qué nos está ocurriendo?
    Es complejo explicar todo esto. Yo voy a intentar, resumir algunas causas y razones. Pero, seguramente, sea una explicación leve. Nada más que la punta del iceberg. Pero haré el intento. Las redes sociales, están haciendo mucho daño. Hace poco, ha salido a la luz, que aquí, en España, existe un grupo de whatsapp, que su labor es difundir mensajes por este medio, con el objetivo de manipular a las masas. Un grupo exclusivo de hombres poderosos, con alta capacidad de manipulación. Seguramente, todos hayamos recibido algunos de sus mensajes, que recorren las redes sociales con este fin. Bulos, fake news y otras mentiras, en las que se ha hecho una verdadera campaña para culpar al emigrante, para convertirlo en un demonio, la causa de todos los problemas que tenemos en la burbujita de occidente. Por otro lado, incentivar el patriotismo, el nacionalismo de estado, la bandera, y como no, eso que llaman los valores tradicionales —una vuelta a lo viejo y antiguo, al pasado, a la caverna del miedo—. El grado de manipulación ha sido enorme. Tanto, que hay estudios que indican, que este tipo de propaganda podría explicar los inesperados resultados electorales en occidente, y su giro al miedo y el nacionalismo. Trump en estados Unidos, Brexit en Reino unido, Salvini en Italia, Bolsonaro en Brasil, y el crecimiento exponencial de la extrema derecha, como agrupación nacional en Francia o vox en España. Estos serían algunos ejemplos de este giro al conservadurismo más extremo. Dando las espaldas al progreso. Giro, por otro lado muy peligroso, pues hay que recordar que la última vez que se alinearon este tipo de políticas, se acabó en la mayor de las tragedias del siglo XX, la segunda guerra mundial. Pero, como ya he repetido varias veces, el olvido histórico interesa. Hay un interés para que el ciclo vuelva a repetirse de forma macabra. Justo después de una grave crisis económica, crecen las ideas del miedo y sus políticas, se culpan a las minorías y los sectores progresistas. Lo que sigue, ya todos deberíamos de saberlo. Esta sería una de las causas. La manipulación social de amplia magnitud, sirviéndose de las nuevas poderosas herramientas, que nos ha traído la tecnología, en este caso las redes sociales. Alimentando el miedo. Dinamita para las masas. Esto también podría explicar, el grado de deshumanización, ignorancia y enajenación alcanzados. Con estos ingredientes, estamos listos para repetir una nueva conmoción o tragedia histórica. Se está sembrando esta semilla del mal, y la cosecha puede ser horrible.

    Estas serían algunas de las razones, que explican tanta crueldad, y que dejemos a la gente morir en mares profundos. Haciendo caso omiso a sus claros gritos de desesperación, por una ayuda profunda y sincera. No por adornos políticos, eslóganes bonitos y fotos en periódicos de políticos dándose la mano. Yo aún guardo esperanzas. Y creo firmemente en la tercera ley de newton. Sí aquí en España, el independentismo catalán, como acción, ha originado a su contrario, el nacionalismo español con vox como referente. Un movimiento reaccionario y lleno de rencor, ocultos en un patriotismo falso de bandera. Empujando a España a un crecimiento ignorante del miedo, odio, racismo, alimentados por una gran ignorancia. Un rebaño de malos patriotas, que presumen de banderas, mientras queman bosques, destruyen la bella naturaleza que conforma España o atacan a otros españoles. Y detrás de todo este rebaño, sólo hay una verdadera motivación, la de quienes mueven los hilos de estos títeres, la de siempre, el poder, en definitiva, el dinero. Quizás, ojalá sea así, esto a su vez genere un movimiento contrario de amor, unión y pragmatismo, que de verdad venga a solucionar los profundos problemas que al humano de hoy se le presentan. También afrontar los grandes retos del siglo XXI que son una realidad, no banderas o patrias, que son grandes mitos para controlar las masas. Los retos medioambiental, energético, económico, social y de la pobreza. Pero en esto recae el esfuerzo individual de cada uno. Informarse, ser críticos, mirar los datos y las estadísticas reales, los hechos, ser objetivos y leer bien los programas electorales, en lugar de guiarse por comentarios y noticias falsas difundidas a través de whatsapp, u otras redes sociales. Vencer el miedo a lo nuevo y diferente. En definitiva, sumar en lugar de restar.

    Además, querría lanzar una reflexión. Me sorprende, el desprecio que se está también extendiendo hacia las izquierdas y los sectores progresistas. Yo sin ser de izquierdas, menos aún de derechas, ni de centro, sí objetivo, pragmático. Mi creencia política es la del equilibrio, la libertad y la justicia, pero de manera que aún a día de hoy, ninguna ideología ha conseguido recoger, simplemente, se han generado paquetes ideológicos a los que seguir sectariamente. Algo que estoy profundamente en desacuerdo. Pues hay equivocaciones profundas en cada polo político. Dicho esto, creo que deberíamos tener cuidado y no olvidar lo que significan las izquierdas y el polo progresista. No olvidarlo. Tampoco olvidar la historia de nuestro país y de occidente. Pues los movimientos sociales que se produjeron en el siglo XIX, dieron lugar a las izquierdas que hoy conocemos y las ideas progresistas. Y con esto, se produjeron enormes logros, a los que debemos estar agradecidos. La “democracia” —aunque esta no es perfecta, mejor que los antiguos sistemas feudales-monárquicos, dictaduras, etcétera—, sufragio universal, donde todos podemos votar —mujeres y hombres con la misma importancia; el voto de la mujer fue un gran victoria de la lucha de la izquierda— cierta libertad, el avance científico, la abolición de la esclavitud, que los trabajadores tengan derechos y un largo etcétera, que nos ha ayudado sin duda, a avanzar. También dejo una advertencia, la última vez que se produjo esta fobia a la izquierda y al progreso, coincidió, una vez más, con la tragedia del siglo XX, la segunda guerra mundial. Se sumaron estos factores: crisis económica profunda, descontento de la sociedad, fobia a los sectores progresistas, a las minorías, racismo, nacionalismo y líderes políticos sin escrúpulos. Hoy los reunimos todos, tengamos por tanto, mucho cuidado.

    Para terminar, tengo que decir algo sobre el racismo. Esta es la creencia de que un grupo de humanos es superior y mejor a otro. Por ende, merece más privilegios, un trato mejor, en contra de los que son considerados inferiores. Antes, se creía que esta superioridad existía en los genes, en las diferencias genéticas y físicas de los humanos. Después del desastroso resultado del nazismo, estas creencias fueron enterradas, pero desgraciadamente no solucionadas, por ello aún ven luz estas peligrosas ideas. Hoy, este racismo se ha traspasado al racismo cultural, la creencia de que hay culturas superiores a otras, por tanto merecen más privilegios. Es lo que ocurre actualmente, con este racismo occidental moderno. Que piensa que la cultura occidental es superior a la del resto del mundo, por eso, presuponen ser superiores, ser mejores y merecer más, que esos otros humanos de segunda.
    Me gustaría decir algo positivo en estos momentos oscuros. De ecos del pasado no asumido-superado. Aún tengo esperanzas en el humano. Un humano mejor, que hace un mundo mejor, lejos de esta distopía aberrante. Un desafío difícil, pero necesario, si queremos afrontar los retos del nuevo milenio.
Buenas tardes, J. S. Santiago, 21/01/2019