lunes, 21 de enero de 2019

Humanos de segunda




Hace dos días, partieron de Trípoli 120 personas. A cincuenta millas de la costa, se produjo el naufragio. Sólo ha habido tres supervivientes. Otras 53 personas, en el Mar de Alborán han muerto. En total, 170 vidas humanas, tragadas por las oscuras aguas en cuarenta y ocho horas. Pero, no ha habido portadas, ni gran eco de estas noticias. Nadie ha puesto lazos por estas personas. No se han hecho ningún tipo de homenajes, simplemente, un silencio, un olvido. Como si estos humanos no existieran. Como sí estas vidas no importaran. Pero lo que sí se ha hecho, es bloquear todos los barcos de salvamento y rescate en los puertos. Sin embargo, la estrategia inhumana de Salvini —cerrar las fronteras italianas, para evitar la emigración—, no surte efecto. Estos humanos, siguen viniendo. Lo hacen desesperados, empujados por fuerzas que los humanos cómodos, que vivimos en esta otra parte del mundo, no podemos entender. Ya se construyan muros, como algunos insolentes pretenden. Éste ha sido el último triste ejemplo. Aún sin barcos de salvamento operando en la zona, y las fronteras Italianas cerradas a cal y canto, 120 personas intentaron la dura ruta del mediterráneo central. Sólo tres han sobrevivido. Una Odisea. Ahora, desde nuestra mentira llamada occidente —una burda distopía, de la que muchos no se han dado cuenta todavía—. Imaginemos esta gente, muriendo ahogada o de hipotermia en el frío mar de invierno. Sus vidas apagándose poco a poco, y el agua salada entrando en sus gargantas. Pero este acto terrorista, de occidente, no ha sido condenado. Se han dejado morir a estas gentes, y esa parece ser la estrategia a seguir. Un mar, que ya esconde en sus fondos, los restos de miles de personas. Un genocidio incómodo, al que todos han decidido ignorar. Esta es la clase de política que tenemos para con esta tragedia humana. Donde, hombres huecos como Santiago Abascal, animan en su retrógrado discurso, como en Italia lo hace Salvini —ecos de una segunda venida de Mussolini, pues encierra su mismo discurso—. Como vemos, el fascismo, aún no ha sido superado. Mucho miedo y debilidad, escondidas tras apariencias masculinas. Que ahora proponen las mismas recetas, que en aquel 1939 originaron la mayor tragedia humana del siglo XX. Recetas creadas por otros hombres huecos, igual de bajos espiritualmente y peligrosos. Hay resonancias de aquellos años, repitiéndose ahora, ochenta años después. ¿Irónico? La historia siempre lo es. Pues hay una tendencia patológica a su olvido.


    Occidente, Europa en este caso, no lo dudemos. Somos una distopía. Vivimos cómodos. Privilegiados. No nos falte de nada —salvo las excepciones de este sistema de clases, favorecidos y desfavorecidos; ciudadanos de primera y segunda—. Tenemos mucho más de lo que necesitamos. Pero, nos asustamos, de que otros humanos en otras partes del mundo, no tan privilegiadas, vengan a nuestra burbujita. Sin embargo, estamos bien felices de recibir todos los recursos valiosos que nos vienen de estos países. Recursos que permiten nuestro siniestro modelo de vida, basado en la abundancia consumista. Qué ironía. Nos olvidamos de sus gentes, pero empobrecemos sus países. Explotando sus recursos, para traerlos a precio muy barato hasta nuestra esfera prepotente. Así, disfrutemos de todo lo que “necesitamos”. Allí, dejamos la miseria. Y tenemos la arrogancia, de echar la culpa a sus políticos, incluso a ellos mismos, e impedirles el derecho como humanos, de vivir, de buscar una vida mejor. ¿Pero esto a qué se debe? Tal vez al enorme desconocimiento de la historia y sus sólidos hechos. A un olvido a propósito. La peor de las ignorancias. Que es la que tristemente, veo muy extendida en Europa. Especialmente en los países mediterráneo, que a su vez son el sur de Europa —con España e Italia a la cabeza—. Irónico otra vez, pues no albergan empatía con sus respectivos vecinos del sur. ¿Nadie recuerda lo que ha sucedido en África?, ¿tras la época del colonialismo?, cuando los esclavos traídos de África sirvieron de mano de obra en el Caribe, Norteamérica y otras partes del continente americano. ¡Qué injusticias más grandes han ocurrido en la historia!, ¡qué poca justicia se ha hecho!, ¡cuánto olvido!, ¡cuánta ignorancia!; es que la ignorancia es muy atrevida. Qué decir, cuando todo el continente africano fue dividido como un pastel. Cortando fronteras sin conocimiento alguno, para que las principales potencias europeas se sirvieran los mejores trozos. Así, Europa dió el gran empujón e impulso para su desarrollo tecnológico, industrial y económico. Pues la mayoría de los recursos, nos vienen de estas naciones olvidadas del sur, como ocurrió con el descubrimiento de las américas —pero esto es otra larga historia que tratar—. África, ha sufrido a propósito, siglos de desestabilización social, política y económica. De expolio parásito. De esclavitud. De guerras provocadas. Pero nosotros, nos quedamos con sus enormes riquezas: coltán, diamantes, minerales, gas, carbón, petróleo, fósforo, caucho, café, especias, y un largo etcétera. Productos y materias primas, que han sido y son motor económico en la vieja Europa. Ha ocurrido un parasitismo monstruoso. Quizás, es más sencillo, no ver la distopía, el engaño, la enorme injusticia. Más sencillo, echar la culpa a ellos, cerrar las fronteras, dejarlos morir y mirar hacia otro lado. En lugar de solucionar el verdadero problema y ayudarlos realmente. No hay ningún interés en ello. Pues las ansias de occidente, requieren que estos productos lleguen baratos a sus atiborradas naciones, para que el negocio sea perfecto. Esta “señoras y caballeros” de occidente, es la distopía: para que unos disfruten de los inútiles placeres y extravagantes comodidades del primer mundo, el resto deben de luchar por su supervivencia, padecer enormes injusticias y enfrentarse a sufrimientos inclasificables. Que aquí, en esta parte del mundo, no podemos comprender. Los hemos abandonado. Dado la espalda. Sin embargo, si queremos sus recursos naturales. Para estos las fronteras sí están bien abiertas, de par en par, aunque sean coltán, diamante y/o petróleo manchados de sangre. Pero, para los recursos humanos, están cerradas, a cal y canto. Sólo queremos al africano, y es uno de los miles de ejemplos que se me ocurren, trabajando en una de las tantas minas de África. Muchas ilegales y en condiciones infrahumanas de trabajo. Para proporcionarnos nuestras “necesidades”, por un salario de hambre, y así podamos usar nuestros smartphones. ¿Ven la distopía? Yo me incluyo, con profunda tristeza, lo hago. O tal vez los queremos, a cuarenta grados, trabajando en los invernaderos, bajo el mar de plástico colosal, para producir nuestros alimentos; pero darles la patada, cuando las cosas se pongan feas. Vivimos en un mundo global, conectado. Provocamos tragedias, pero luego pretendemos que no nos afecten. Un pensamiento muy estúpido y arrogante. En realidad, no nos hemos dado cuenta. Todo es como la tercera ley de Newton, algo que debemos empezar a entender: “para cada acción, existe una reacción igual y opuesta”. El olvido de África, y nuestros errores para con el africano, esa acción, implica una reacción. Y la solución no es mirar para otro lado, cerrar las fronteras y construir muros.

    Yo quiero ir aún más lejos, y profundizar más. ¿Qué nos está pasando en occidente?, ¿de dónde viene este olvido?, ¿el motivo de esta deshumanización?, ¿de tal ignorancia?, ¿de tanto odio y miedo?, ¿por qué está triunfando el racismo y su discurso xenófobo?, ¿por qué culpamos a los emigrantes de nuestros propios errores y males?, ¿qué nos está ocurriendo?
    Es complejo explicar todo esto. Yo voy a intentar, resumir algunas causas y razones. Pero, seguramente, sea una explicación leve. Nada más que la punta del iceberg. Pero haré el intento. Las redes sociales, están haciendo mucho daño. Hace poco, ha salido a la luz, que aquí, en España, existe un grupo de whatsapp, que su labor es difundir mensajes por este medio, con el objetivo de manipular a las masas. Un grupo exclusivo de hombres poderosos, con alta capacidad de manipulación. Seguramente, todos hayamos recibido algunos de sus mensajes, que recorren las redes sociales con este fin. Bulos, fake news y otras mentiras, en las que se ha hecho una verdadera campaña para culpar al emigrante, para convertirlo en un demonio, la causa de todos los problemas que tenemos en la burbujita de occidente. Por otro lado, incentivar el patriotismo, el nacionalismo de estado, la bandera, y como no, eso que llaman los valores tradicionales —una vuelta a lo viejo y antiguo, al pasado, a la caverna del miedo—. El grado de manipulación ha sido enorme. Tanto, que hay estudios que indican, que este tipo de propaganda podría explicar los inesperados resultados electorales en occidente, y su giro al miedo y el nacionalismo. Trump en estados Unidos, Brexit en Reino unido, Salvini en Italia, Bolsonaro en Brasil, y el crecimiento exponencial de la extrema derecha, como agrupación nacional en Francia o vox en España. Estos serían algunos ejemplos de este giro al conservadurismo más extremo. Dando las espaldas al progreso. Giro, por otro lado muy peligroso, pues hay que recordar que la última vez que se alinearon este tipo de políticas, se acabó en la mayor de las tragedias del siglo XX, la segunda guerra mundial. Pero, como ya he repetido varias veces, el olvido histórico interesa. Hay un interés para que el ciclo vuelva a repetirse de forma macabra. Justo después de una grave crisis económica, crecen las ideas del miedo y sus políticas, se culpan a las minorías y los sectores progresistas. Lo que sigue, ya todos deberíamos de saberlo. Esta sería una de las causas. La manipulación social de amplia magnitud, sirviéndose de las nuevas poderosas herramientas, que nos ha traído la tecnología, en este caso las redes sociales. Alimentando el miedo. Dinamita para las masas. Esto también podría explicar, el grado de deshumanización, ignorancia y enajenación alcanzados. Con estos ingredientes, estamos listos para repetir una nueva conmoción o tragedia histórica. Se está sembrando esta semilla del mal, y la cosecha puede ser horrible.

    Estas serían algunas de las razones, que explican tanta crueldad, y que dejemos a la gente morir en mares profundos. Haciendo caso omiso a sus claros gritos de desesperación, por una ayuda profunda y sincera. No por adornos políticos, eslóganes bonitos y fotos en periódicos de políticos dándose la mano. Yo aún guardo esperanzas. Y creo firmemente en la tercera ley de newton. Sí aquí en España, el independentismo catalán, como acción, ha originado a su contrario, el nacionalismo español con vox como referente. Un movimiento reaccionario y lleno de rencor, ocultos en un patriotismo falso de bandera. Empujando a España a un crecimiento ignorante del miedo, odio, racismo, alimentados por una gran ignorancia. Un rebaño de malos patriotas, que presumen de banderas, mientras queman bosques, destruyen la bella naturaleza que conforma España o atacan a otros españoles. Y detrás de todo este rebaño, sólo hay una verdadera motivación, la de quienes mueven los hilos de estos títeres, la de siempre, el poder, en definitiva, el dinero. Quizás, ojalá sea así, esto a su vez genere un movimiento contrario de amor, unión y pragmatismo, que de verdad venga a solucionar los profundos problemas que al humano de hoy se le presentan. También afrontar los grandes retos del siglo XXI que son una realidad, no banderas o patrias, que son grandes mitos para controlar las masas. Los retos medioambiental, energético, económico, social y de la pobreza. Pero en esto recae el esfuerzo individual de cada uno. Informarse, ser críticos, mirar los datos y las estadísticas reales, los hechos, ser objetivos y leer bien los programas electorales, en lugar de guiarse por comentarios y noticias falsas difundidas a través de whatsapp, u otras redes sociales. Vencer el miedo a lo nuevo y diferente. En definitiva, sumar en lugar de restar.

    Además, querría lanzar una reflexión. Me sorprende, el desprecio que se está también extendiendo hacia las izquierdas y los sectores progresistas. Yo sin ser de izquierdas, menos aún de derechas, ni de centro, sí objetivo, pragmático. Mi creencia política es la del equilibrio, la libertad y la justicia, pero de manera que aún a día de hoy, ninguna ideología ha conseguido recoger, simplemente, se han generado paquetes ideológicos a los que seguir sectariamente. Algo que estoy profundamente en desacuerdo. Pues hay equivocaciones profundas en cada polo político. Dicho esto, creo que deberíamos tener cuidado y no olvidar lo que significan las izquierdas y el polo progresista. No olvidarlo. Tampoco olvidar la historia de nuestro país y de occidente. Pues los movimientos sociales que se produjeron en el siglo XIX, dieron lugar a las izquierdas que hoy conocemos y las ideas progresistas. Y con esto, se produjeron enormes logros, a los que debemos estar agradecidos. La “democracia” —aunque esta no es perfecta, mejor que los antiguos sistemas feudales-monárquicos, dictaduras, etcétera—, sufragio universal, donde todos podemos votar —mujeres y hombres con la misma importancia; el voto de la mujer fue un gran victoria de la lucha de la izquierda— cierta libertad, el avance científico, la abolición de la esclavitud, que los trabajadores tengan derechos y un largo etcétera, que nos ha ayudado sin duda, a avanzar. También dejo una advertencia, la última vez que se produjo esta fobia a la izquierda y al progreso, coincidió, una vez más, con la tragedia del siglo XX, la segunda guerra mundial. Se sumaron estos factores: crisis económica profunda, descontento de la sociedad, fobia a los sectores progresistas, a las minorías, racismo, nacionalismo y líderes políticos sin escrúpulos. Hoy los reunimos todos, tengamos por tanto, mucho cuidado.

    Para terminar, tengo que decir algo sobre el racismo. Esta es la creencia de que un grupo de humanos es superior y mejor a otro. Por ende, merece más privilegios, un trato mejor, en contra de los que son considerados inferiores. Antes, se creía que esta superioridad existía en los genes, en las diferencias genéticas y físicas de los humanos. Después del desastroso resultado del nazismo, estas creencias fueron enterradas, pero desgraciadamente no solucionadas, por ello aún ven luz estas peligrosas ideas. Hoy, este racismo se ha traspasado al racismo cultural, la creencia de que hay culturas superiores a otras, por tanto merecen más privilegios. Es lo que ocurre actualmente, con este racismo occidental moderno. Que piensa que la cultura occidental es superior a la del resto del mundo, por eso, presuponen ser superiores, ser mejores y merecer más, que esos otros humanos de segunda.
    Me gustaría decir algo positivo en estos momentos oscuros. De ecos del pasado no asumido-superado. Aún tengo esperanzas en el humano. Un humano mejor, que hace un mundo mejor, lejos de esta distopía aberrante. Un desafío difícil, pero necesario, si queremos afrontar los retos del nuevo milenio.
Buenas tardes, J. S. Santiago, 21/01/2019






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