Ayer estuve en un evento en la ciudad. Observando la gente y
analizando. Reflexionando, profundizando… ¿Por qué no cambiamos? Sólo lo
hacemos en el mundo exterior, tecnológicamente quizás, pero por dentro, estamos
igual o peor. ¿Qué nos ata? ¿Qué tememos? ¿Por qué estamos atrapados en este
anillo temporal? Sólo puedo encontrar una verdad. Única y auténtica. Hasta que
no asimilemos nuestra sombra, a nivel de individuo y a nivel de
colectivo, estaremos condenados a revivir un bucle que se repetirá eternamente,
una y otra vez. Y aquí se volverán a repetir las mismas patologías, en otro
tiempo. Incluso este tiempo otra vez. Atrapados en una fase de no evolución.
Fase primitiva, violenta y no creativa, pues hasta las creaciones en este tiempo
tienen un sentido comercial, no de avance y mejora. Seguiremos mucho tiempo en
este ciclo. Sin embargo, creo en la Voluntad de Poder, como
concepto profundo, y algún día superaremos esta fase. Hasta que no asimilemos
los aspectos psicológicos no habrá nada que hacer en el plano material. Lo que
hasta ahora hemos hecho no nos ha hecho mejorar o avanzar más allá del
exterior. Falta el plano interior. Ahora comprendo esta verdad.
Ha ocurrido un doble
desdoblamiento de la identidad del Yo. Ahora se piensa en el
desdoblamiento tecnológico como si fuera el único. Ese que separa el yo del
mundo material, en el que “interactuamos” físicamente, del yo digital “digital
self” —esto es la imagen o identidad que hemos creado online y damos
en el Internet de todas las cosas y las redes sociales, lo que
también se llama promoción del autoconcepto—. Pero no se ha
reflexionado profundamente sobre esto, ya que ocurrió un desdoblamiento
anterior, mucho antes, y que grandes pensadores como Nietzsche o grandes
psiquiatras como Jung, advirtieron. El desdoblamiento que separó al Yo
Interior —para mí, el verdadero Yo, lo que realmente
somos, nuestra potencialidad como Ser (La Clave Ontológica),
y que se manifiesta en el mundo de los sueños y la creatividad, por ejemplo—,
de ese otro yo del plano material que antes he mencionado y se
ha desdoblado nuevamente en el digital self. Por esto he
llamado a este concepto, La Trinidad del Ser. Pues han
ocurrido Dos Saltos, separándonos de nuestra esencia en Tres
Niveles. Así llevamos inmersos en un proceso de alejamiento de nosotros
mismos, ocultándonos en capas de “monstruosa irrealidad”; en otras
palabras: siendo otra cosa y no lo que somos. Silenciamos lo que llevamos
dentro, poniendo mucha fuerza para ocultarlo y negarlo —de aquí se explican
tantas enfermedades del espíritu por así llamarlo, entre ellas, depresiones y
otras patologías, que abundan en la sociedad moderna—. Hoy es difícil saber
quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Más aún, por esa ruptura
con el Verdadero Yo. Esto se ha definido y explicado de
diferentes formas a lo largo de la historia: como proceso de desnaturalización, domesticación, deshumanización,
debilitamiento del espíritu humano… etcétera. Pero lo evidente, es que
esta dinámica se está agudizando. Puede llevarnos a la pérdida total de la
identidad, ahora que, en el Internet de todas las cosas, se
ha creado un nuevo universo paralelo y virtual, al que ya teníamos
anteriormente en el plano físico. Igualmente de falso y virtual, pues en este
último, a su vez, se huía de ese Yo o plano más profundo. Así,
hemos saltado de simulación en simulación, de realidad virtual a realidad
virtual, en saltos mortales, para ser en cada plano algo diferente a lo que
realmente somos por dentro. Y temo, que, con el yo digital, no
volvamos a encontrarnos, saber quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde
vamos.
Las ciudades de tecnología y
luces relampagueantes, hologramas y edificios que tocan el cielo, son parte de
ese ciclo y los acontecimientos de pandemias, guerras y dolor que se están
sucediendo, todos sabíamos que iban a pasar, y volverán a pasar. Los gobiernos
son los únicos que no lo vieron y tampoco quisieron ver. Muchas personas ya se
han ido espiritualmente. Sólo una reconciliación, desde el punto de vista de la
psique, puede integrar a los dos polos. También existe un adoctrinamiento desde
siempre y no sólo en los nacionalismos. Lo veo todos los días, a todas horas,
desde padres hasta instituciones. Te hacen ser un individuo para que cumplas
las expectativas de un sistema u otro, y lo hacen por innumerables presiones,
conscientes e inconscientes. Pero no he visto todavía, que por fin
no se aplique ese adoctrinamiento para que nos desarrollemos completamente,
seamos nosotros mismos y mejores humanos. Llegará el día, y ya os digo, que en
ese día ya no habrá religiones, banderas, nacionalismos, tanto odio y energía
gastados en mentiras, sino más bien en la pura creatividad, oteando hacia
horizontes más lejanos. Esa es la condición humana, desde que salimos de las
praderas del Rift Valley en África, mirando a las estrellas, y
eso no era para ser zombies que miran pantallas, compran
cosas, derrochan y se niegan a vivir. El espíritu del humano es creador, es
pionero, es explorador; y eso no lo pueden ocultar mucho más tiempo nuestros
mediocres y oscuros líderes políticos, con sus insulsos seguidores, todos.
Habrá guerras, grandes conmociones naturales y humanas, pero estoy convencido
de que llegará ese nuevo humano un día y, mirará atrás riéndose de esta fase de
fracaso y estupidez; y ese nuevo humano, probablemente, ya se encuentre de
viaje a nuevos mundos, con la lección aprendida: el Verdadero Dios era
la Naturaleza antes de destruirla, y los verdaderos principios,
la Voluntad de Poder y la búsqueda de la libertad. La mayoría
de los hombres buscan un líder justo, se conforman con poco, otros buscan la
libertad. Quizás esto último es atrevido, un sueño, una ilusión, y con la
fuerte irrupción de la inteligencia artificial que estamos viendo ya, no seamos
más que el eslabón de un proceso evolutivo, desde lo orgánico a lo inorgánico.
Espero que esto último no suceda, y que aquel puente o cuerda
tendida que vio el mismísimo Nietzsche, desde el humano al Übermensch,
fuera esa transformación espiritual hacia algo mejor que los humanos, y no
hacia meros algoritmos, robots o procesadores de datos.
Escrito en abril de 2017 y revisado y actualizado hoy
(11/04/2023) por J. S. Santiago
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