viernes, 11 de junio de 2021

El tema de la violencia (Ante el sensacionalismo y manipulación emocional de la sociedad: la profundidad, objetividad y la perspectiva conciliadora)


El tema de la violencia es complejo, pero nadie ha caído por el bombardeo mediático, ideológico y político, el sensacionalismo tan visceral que impera, de forma tan bien desplegado para atraer votantes y nuevas caras a sus filas, en que no es un problema únicamente del heteropatriarcado, sino que hay que ir mucho más lejos, a capas inadvertidas, difíciles y bastante desagradables, que muy pocos están dispuestos a asumir, porque requiere sufrir por un lado, y por otro, asumir aspectos que no  nos gustan (censurados y reprimidos en los planos de la conciencia, pero que nos llaman peligrosamente desde los planos inconscientes). Reprimir/censurar al “monstruo” que todos y todas llevamos, no puede evitar que un día no nos convirtamos en uno, pero quizás, si comprendiéramos a ese “monstruo” que nos negamos a estudiar y sacar a la luz, para comprenderlo, aceptarlo y quererlo (la parte nuestra que la sociedad se empeña por eliminar porque es “mala”, pero la verdadera cura y persona sana, sería aquella que ha conciliado con ella), quizás ahí, el problema de la violencia humana desaparecería. Sin embargo, gran cantidad de recursos económicos, materiales, propagandísticos y psicológicos se están aplicando para hacer un trato superficial del problema, sensacionalista y que juega con los sentimientos humanos, para no ir nunca a la raíz y si una vez más, manipularnos; una trampa social. 

     A diario se nos cuenta este relato de buenos y malos, donde parece que el hombre y sólo el hombre, es la causa-origen de este mal: “porque el sistema lo ha educado así, porque ha sido programado así por las capas del heteropatriarcado, para ejercer violencia estructural y sistémica a la mujer desde múltiples planos”. Ese trato del problema lleva dándose durante años, y me temo que así no se va a solucionar, pues la verdad es mucho más dolorosa, profunda y compleja. Ojalá fuera tan sencillo como nos venden. Sin embargo, sí se está cayendo en un nuevo racismo (hacia el hombre, lo que he llamado misandria posmoderna). Pondré un fácil ejemplo que lo explica bien: si te incomoda, te produce miedo y aversión, por ejemplo, un emigrante, aunque exteriormente no lo muestres porque es incorrecto sentirse así, tienes un problema de racismo. Se podría aplicar a muchos casos. Pero con esta perspectiva del nuevo feminismo y cómo solucionar el machismo, está produciendo y ya no sólo en los planos conscientes, sino también inconscientes, algo igual de peligroso que la propaganda de la derecha ha hecho con los emigrantes (los trata como potenciales criminales a todos ellos). Así está pasando con los hombres, donde la mujer se siente amenazada por su presencia, miedo e incluso aversión, esto está ocurriendo cada vez más (todo hombre es un potencial asesino, maltratador, infanticida, violador, acosador, agresor…) y esa culpabilidad cae sobre los hombros de los señalados. El emigrante se debe sentir tal y como es descrito y señalado por los lobbies derechistas, y el hombre por los lobbies del nuevo feminismo. Es crucial entender esto, porque caer en ese discurso vacío y superficial no solucionará el problema, sino crear más división, miedo, odio, conflicto y problemas. Si de verdad el nuevo feminismo quiere solucionar el problema debe alejarse de la politización (dejar de tratar como votos a las personas) y el sensacionalismo (ese uso mediático, todos los días, donde se exacerban los problemas y les dan dimensiones tremebundas para hacernos creer que está ocurriendo una especie de persecución a la mujer en el caso del machismo. O una invasión de emigrantes, en el caso de la migración por parte del polo derechista. Lo que causa miedos infundados en las personas y que nos alejemos cada vez más a relaciones humanas artificiosas y frívolas). Uso esta analogía no por casualidad, sino por la actualidad que nos toca. 

     Las estadísticas muestran un descenso de muertes por violencia de género (en 2003 murieron 71 mujeres y 72 en 2004, mientras que en 2019 lo hacían 55, cifra aún sangrante; sólo comprueben los datos de los últimos veinte años en los ministerios pertinentes en cada mandato) y deberíamos trabajar hasta que fuera cero víctimas y cero maltratos. Pero pese a al descenso, más que nunca los medios de comunicación, de forma sensacionalista y exaltada, nos insertan una realidad contaría que podría hacernos retroceder (miles de personas mueren directamente por la contaminación en España y no hay ninguna presión mediática, sensacionalismo o tal bombardeo que se asemeje a lo visto en el aspecto del machismo, por poner otro ejemplo), porque la perspectiva desde que se trata es equivocada al crear división, miedo y odio. Las causas de la violencia son múltiples, e ignorar ese hecho es igualmente de peligroso. El estrés, la presión y la frustración a que somete el sistema en una sociedad cada vez más egoísta, individualista y competitiva a las personas, las mayores desigualdades debido a las asimetrías del sistema, las presiones de las redes sociales y las modas, la educación al servicio del mercado y la productividad, en lugar de hacernos personas más compasivas y que entendemos mejor nuestras emociones, la polarización ideológica, los trabajos precarios y exigentes que ponen al trabajador al límite, las relaciones humanas cada vez más frías y distantes (como el sociólogo Bauman describió, nos comportamos y tratamos los unos a los otros, acorde al modelo económico, en este caso, un  modelo consumista implica que el trato humano sea similar al de objetos que consumismos: usar y tirar), la falta de empatía y amor, las palabras felicidad y éxito que son usadas de forma tan equivocada, llevando aún a las personas a mayores grados de insatisfacción, y la lista podría ser interminable. Porque se nos educa y programa para ser seres actualizados totalmente con el modelo socioeconómico reinante, y no para entendernos mejor, conocernos y saber interpretar nuestras emociones y que estas no terminen creando problemas mayores. En definitiva, un sistema desequilibrado que educa a sus ciudadanos en estos parámetros, originará personas desequilibradas, frustradas y, por ende, más violentas (echen un vistazo a la literatura científica y comprobaran lo citado aquí). Que diferente sería, si nos educaran emocionalmente y para entendernos mejor, y en un sistema equilibrado, pues la violencia disminuiría enormemente, pero el discurso feminista del heteropatriarcado no tendría sentido y no atraería votos (que es lo que parece importante aquí).

     Otro aspecto del tema, sería la violencia hacía los niños y niñas. Esta no es sólo cosa de los padres. Las madres también ejercen violencia y asesinan a sus hijos e hijas (y muchos casos no por la influencia de un hombre maltratador o malo detrás, o por la influencia del patriarcado). Pero esto no sale a la palestra, no interesa mediáticamente. Como los casos de maltrato que se dan hacía ancianos en residencias de mayores, por dar un ejemplo, donde son mujeres en la mayoría de ellos, quienes maltratan a estas personas vulnerables. Este ejemplo, y podría citar más, muestra que tal vez ocurre algo extraño con el humano y debemos resolver: en situaciones de poder, o donde hay alguna persona vulnerable, el que ejerce ese poder, autoridad o fuerza, en muchos casos termina vejando o maltratando a la persona vulnerable. La ciencia, políticos y la sociedad, deberían de averiguar el por qué, más allá de campañas ideológicas o políticas, lazos, etcétera, que en realidad ayudan poco. Sin embargo, ir a las entrañas de la cuestión, sería muy interesante si hay un interés verdadero por llegar a soluciones. 

     Creo, y siempre desde mi punto de vista, experiencia como humano y sabiduría propia adquirida de dicha experiencia, con humildad, a sabiendas de lo polémico que es el tema, visceral y políticamente incorrecto (pues cuestiona la versión oficial), que el camino de la reconciliación, el reconocimiento de la propia naturaleza humana (no rechazarla, censurarla o reprimirla) y las diferencias entre humanos (porque no somos iguales y es la mejor característica que tenemos, pero no confundir la diferencia con mejor-peor, superior-inferior, más o menos derechos y esos discursos nazis), nos podría traer una paz y armonía insospechadas, aparte de resolver de una vez estos problemas. Negar estas cuestiones, convertirnos en negacionistas de la violencia, pero idólatras de la moda ideológica de turno, caer en el buenismo negando la existencia de la otra mitad del mundo (la fea, la del sufrimiento, la del dolor, la violencia, la miseria, etcétera) nos aleja de la realidad y de una solución humilde y eficaz de tales problemas y horrores, que, por desgracia, podemos observar a diario y nos rodean. Hay que superar la programación y manipulación social, para ir más allá, y poder resolver dichas cuestiones. Y para ello, hay que ensuciarse las manos y sacar a relucir las miserias humanas y dolencias más oscuras que aún medran en los fosos interiores, pues nunca estuvimos dispuestos como sociedad, a enfrentarlas, por miedo y por lo doloroso (para mí, valiente) que es tal paso. Me gustaría una perspectiva más psicoanalítica, científica, objetiva y profunda de estos temas, y no sean mero uso político e ideológico, atractores de fácil y superficial opinión, donde solemos caer sin darnos cuenta.


     Dicho esto, encuentro muy preocupante que la sociedad y nosotros mismos censuremos estos debates. Veo demasiada violencia y carácter reaccionarios en la gente, cuando se discrepa y se intenta profundizar en estas problemáticas desde un punto de vista más conciliador y objetivo, que el meramente aceptado socialmente. Incluso negando la palabra y tratando mal al que trata de exponer su experiencia y sabiduría (cada uno tiene la suya propia y mientras haya respeto, debe ser bien tratado y que la discusión sea constructiva, no un ejercicio de ver quien lleva la razón a la fuerza y sin argumentos). Por eso creo, que el trato ideológico de los problemas está haciendo mucho daño, polarizando y radicalizando a las personas, lo que nos incapacita llegar a la raíz-fondo de cuestiones tan importantes como esta.


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