lunes, 15 de abril de 2019

Los problemas verdaderos


Primero de todo me gustaría hacer una breve nota. He estado investigando estos temas un largo tiempo y he intentado hacer aquí, una breve síntesis, una especie de ensayo corto que vaya al grano y al fondo de las cuestiones. Los distintos puntos pueden parecer inconexos, pero en esencia están conectados, siendo no sólo actuales, sino necesarios en este nuestro zeitgeists en el que vivimos hoy. Tampoco pretendo ofender, no deja de ser un ejercicio subjetivo, un ensayo de opinión, pero fundamentado en un estudio, en un conocimiento previo, tratando de evitar todos los sesgos posibles y acercarme a la máxima objetividad, para a su vez llegar a la verdad. Sólo pido un por favor al lector: que se deje los prejuicios a un lado e intente no juzgar lo que trato aquí acorde a sus ideas, -ismos, ideologías previas... en el siguiente texto, para que pueda haber un ejercicio de comprensión que nos ayude a entender la problemática y así resolver ciertos malentendidos que nos están perjudicando. Incluso evitar las graves manipulaciones que se están logrando en amplios sectores de la sociedad a favor de ciertos intereses o lobbies que andan sin duda detrás. Dicho esto, me meto de lleno en el desarrollo del ensayo.



     El primer aspecto es el algo inevitable, que está en boca de todos: los nacionalismos. Incluso me encuentro unos tipos de nacionalismo criticando otros nacionalismos sin saber que ellos mismos son otro tipo de nacionalismo, quizás aún más tosco. En esencia, es básicamente lo mismo: etnonacionalismo. Esto es la creencia de que una cultura, es mejor que otra, conllevando a otra creencia más perjudicial: que esa cultura es mejor, por tanto superior, y no sólo eso, que merece más, despreciando a las otras culturas. Esto a veces es evidente, desenfocando en manipulaciones, tergiversaciones, mentiras, cinismo y otros comportamientos que van desde sutiles a agresivos y violentos. Todo esto en el plano de la conciencia, pero también existe en el plano inconsciente, con ideas ya asimiladas y que como un virus se han extendido, convirtiéndonos en esclavos de tales ideas, sin saberlo. En la actitud, en el día a día, se actúa desde esa perspectiva de que yo y los míos somos mejores, superiores y el resto inferiores, peores, dividiendo en grupos: buenos y malos, los que merecen y los que no merecen… la historia está llena de esos casos de locura colectiva que han llevado a atrocidades inimaginables que la historia ha tratado de describir: La Italia fascista (1922-1945), Alemania nazi (1933-1945), España franquista (1939-1975), genocidio en Ruanda (1994) y en la actualidad el caso de Israel en su represión al pueblo palestino. Estos son algunos ejemplos destacados de etnonacionalismo.



     ¿Pero de dónde nacen el nacionalismo o etnonacionalismo? Hay que remontarse a las revoluciones liberales del siglo XIX. De estas revoluciones surgieron el humanismo liberal o liberalismo, así como la idea de estado y nación. Antes el sistema se basaba en imperialismos. No existía la idea nación como sí. Esto trajo ciertas ventajas, pero también problemas. Entre los problemas ya los conocemos bien, el explicado en el párrafo anterior y que desde fuera de un equilibrio saludable puede traer graves males, y sobre el que profundizaré más en los siguientes.

   

    En España se está volviendo a una época de expansión del temido etnonacionalismo, tanto el nacional, el de estado: el españolismo; como los movimientos independentistas, el caso catalán el más destacado. Sin darse cuenta de que ambos se combustionan e inflaman al otro, se retroalimentan. Pero recordemos que los extremos se tocan y tienen grandes similitudes entre ambos. Ya sean nacionalismos de izquierdas que se conjuran con los de derechas en Cataluña, o de extrema derecha en el caso de España. Está situación no es nueva, ya se repitió en la segunda república (1931-1936/1939), acabando tras la conspiración político militar del sector conservador que provocó el golpe de estado y la consecuente guerra civil (1936-1939). En aquellos años todo se terciaba más violento, pero el contexto político y social eran muy parecidos. Etnonacionalismos y divisiones ideológicas que se inflamaban las unas a las otras. No hay que olvidar que cada etnonacionalismo bebe y se alimenta de una serie de mitos históricos y mitologías, en las que basarse, para asimilarlas en su discurso, valiendo de este modo de causas y razones para la justificación final de sus acciones. Se auto reafirman con dicho método. Cada etnia o pueblo puede encontrar en los complejos procesos históricos argumentos en su favor y en su contra, y esa manipulación de la historia en favor, es la que hace crecer la causa de dicho movimiento nacionalista, sea cual sea.



     Hay un factor interesante en estos etnonacionalismos. Es la tendencia sur-norte. La creencia desde los países o regiones del norte más desarrollados económicamente por causas históricas, de ser mejores que sus vecinos sureños. Cuanto más se va al norte, y a ciertas regiones, más se dispara esa tendencia. En mis viajes he podido corroborar lo que mis investigaciones también me adelantaban. Y es una creencia bien asumida. Aquí ocurre lo que yo he llamado la doble ignorancia, que más adelante describiré. Otro etnonacionalismo muy extendido es el occidental. La cultura de occidente piensa, se ve y se cree superior al resto de culturas, a las que mira por encima del hombro o como un padre protector. En mis viajes fuera de la esfera occidental, por ejemplo, Centroamérica o Asia, donde estuve varios meses, comprobé que estas culturas pueden describirse como diferentes, con sus cualidades y defectos, como los occidentales tenemos; pero no como inferiores o peores, tal y como se piensa extendidamente desde dentro de la esfera occidental. En todo caso vi grandes virtudes en estos pueblos, que no les encuentro en mis hermanos occidentales. Más bien, más que un padre protector, veo a occidente después de salir y observar su esfera desde fuera, como un niño caprichoso y arrogante, que, para satisfacer sus impulsos egoístas y momentáneos, exige al resto de forma amenazante sin pensar en las consecuencias que dichos caprichos pueden ocasionar a otras culturas y al planeta. Esta descripción de niño caprichoso, creo que es más que afortunada para describir al espíritu de occidente y al occidental medio. Unas esferas del absurdo que originan una distopía en la que muchos malviven en la miseria para que los bien asentados de occidente disfruten de esos caprichos.



     Volviendo a la tendencia sur-norte. Cuántas veces no se escucha desde el norte de Europa decir, incluso abiertamente que sus vecinos del sur a orillas del mediterráneo son flojos, pobres e ignorantes. O dentro de nuestro país, en España. Pero luego ocurre igual si vamos más al sur; lo mismo se piensan en los países europeos del norte del mediterráneo en relación con los africanos del sur del mediterráneo. Y esa tendencia se hace más brusca cuanto más al sur se va. Yo he vivido en diferentes países de distintas latitudes, recogiendo numerosas pruebas en lo que en experiencia personal se refiere que demuestra esto, que ya muchos estudios han demostrado y re-demostrado. Regiones y países del sur, más ricos en recursos naturales y culturales han sido sometidos a un proceso sistemático de saqueo. Un flujo de parasitismo donde el norte ha ido extrayendo esa riqueza para su engorde económico y cultural. Esto se conoce como empobrecimiento. Porque esas regiones que se tachan como pobres, no lo son, sino al contrario, más ricas que sus vecinos norteños, pero han sido arrebatadas de sus propias riquezas. Por eso no se debería de hablar de regiones o países pobres, sino empobrecidos.



     Si se indaga lo suficiente, con un mínimo de atención, se comprueban que la mayoría de los recursos importantes vienen de África o regiones del sur, mientras que las regiones del norte de Europa o en nuestro propio país, no disponen de tales recursos. Sean energéticos, materiales o productos básicos como alimentos —por ejemplo, en Alemania, Holanda o Reino Unido, toda la fruta, hortaliza, verdura... etcétera, vienen del sur de España, Marruecos u otros países del mediterráneo; petróleo, gas, diamantes, coltán, caucho, café… etcétera... la mayoría provienen del corazón de África—. Además, históricamente todo el tejido industrial y económico se ha localizado al norte. En España mismo, mientras en Andalucía, las tierras se la repartían entre un puñado de caciques que disponían de grandes latifundios, el resto de los habitantes eran jornaleros y campesinos que trabajaban de sol a sol, por salarios de hambre, pero toda la fuerza industrial, de innovación, infraestructuras, se fue construyendo en dos focos principales: Catalunya y País Vasco. Ese proceso se fue retroalimentando desde el siglo XIX. Creando una desigualdad que aún a día de hoy es insalvable. Lo mismo ocurre si comparamos otros países vecinos —Italia caso muy similar—. O si comparamos norte de Europa con el sur de Europa. O Europa con África. Una vez más esa tendencia sur-norte. Esa desigualdad, empujaba al jornalero andaluz que trabajaba sol a sol por salarios de hambre a emigrar, ya fuera al norte de España, donde se concentraban las nuevas industrias y oportunidades instaladas por los gobiernos en su incentivo para acallar las presiones nacionalistas. O hacia Alemania, Suiza y Francia. Es por eso, que muchos catalanes actualmente tienen orígenes extremeños o andaluces. Una paradoja histórica. Aquí es donde opera esa doble ignorancia, pues de esa desigualdad se han creado dos monstruos: la ignorancia del sur, por la falta de oportunidades y el empobrecimiento sometido a sus habitantes en una dura realidadmenos recursos para desarrollarse intelectualmente y crecer personalmente, menos recursos educativos, por ende, más ignorancia—. Ignorancia que se autoalimentan y crece haciendo que estos pueblos se consideren como pobres e ignorantes. En lugar de investigar los por qués y los cómos. Y en el norte se crea la otra ignorancia, la ignorancia del norte —un monstruo sobrealimentado de egos, una élite esnob de burgueses y clases bien asentadas que han podido tener más oportunidades y recursos para desarrollarse, personal e intelectualmente debido al contexto socioeconómico creado allí con la mano de obra sureña y de empobrecidos—, y finalmente creer que son mejores y más ricos que esos «pobres, flojos e ignorantes sureños». Por eso abunda el pensamiento de que es mejor independizarse y seguir esa tendencia etnonacionalista —de forma consciente o inconsciente. Esa es la doble ignorancia que alimenta ese nuevo etnonacionalismo regional o de estado, con la tendencia parásita incentivada por los poderes del norte sobre el sur. Cuando el origen es la desigualdad y el empobrecimiento. Y el enemigo es el mismo, las altas esferas que juegan y manipulan a las clases desfavorecidas para dividirlas y controlarlas mejor, acorde a sus planes. Doble ignorancia, el sur por el empobrecimiento, y el norte por la sobrealimentación económica. Así es, la causa es económica y siempre lo ha sido. Y aquí tenemos el esperpento, una realidad absurda como advertía Albert Camus que alienan al individuo y a la sociedad, poniéndoselo muy fácil a los que mueven los hilos. Dos realidades nacidas de la desigualdad económica y de clases, que en definitiva son el combustible de los etnonacionalismos.



     Hay más ejemplos interesantes. Desde mi experiencia, observación e investigación he podido comprobar todos estos aspectos en persona. Y con esto voy a describir el contexto actual. Recuerdo mis viajes a Catalunya en distintas épocas. He podido viajar por todas sus provincias y hay ciertos detalles que pude comprobar por mi mismo, en persona. Ya había escuchado ejemplos o leído, pero observarlo y vivirlo en persona fue interesante. Encontré en su mayoría gente muy amable y abierta de mente, pero también frecuentemente me encontré con ciertos casos que merece la pena describir. Con esto no pretendo crear hostilidad y dividir, al contrario, sino comprender. Noté cierto chauvinismo, a veces quizás sutil, otras evidente. Más de una vez me dijeron en sus propias palabras: «allí estaba la mejor comida del mundo, y que era mucho mejor que la que podía encontrar yo en Andalucía»; y así con cada temática: música, arte, deporte, conciencia ambiental, civismo, cultura… etcétera... esa tendencia me desconcertó y sorprendió porque no encontré grandes diferencias en su comida u otros aspectos. Más bien notaba muchas similitudes entre nosotros. Por poner un ejemplo sencillo y reconozco algo estúpido, pero no por ello no cierto: la dieta mediterránea, es la misma que puedes encontrar de punta a punta, desde el estrecho de Gibraltar a la frontera de Gerona con Francia en el caso de España, e incluso más allá de esos límites, extenderse a toda la cuenca del mediterráneo. Una dieta muy rica, por cierto. Hablaban de la pan Tumaca o de la paella catalana como si fuera una especie de cosa celestial sólo propia de ellos, cuando las tostadas de tomate siempre ha sido una cosa muy mediterránea y extendida, en Andalucía base del desayuno tal y como recuerdo, y mis abuelos también me contaban. Y de la paella o arroz amarillo qué decir. Es algo así como apropiarse de la cultura adyacente que también es propia y hacerla sólo mía y además catalogarla de mejor, y despreciar a la que se sale de las fronteras que yo considero como las de mi gente. Y con ese ejemplo infantil, pero creo que claro, directo y muy gráfico, podría repetirlo en cada ámbito. Esa es la sensación que me sobrevino al observar todo ese acontecimiento desde fuera y tratar de examinarlos de forma objetiva. Otra cosa que percibí es cierto rumor y cuchicheo cuando escuchaban mi acento andaluz, y eso que yo no lo tengo muy acentuado, sobre todo cuánto más al norte de Catalunya iba. Varias veces no quisieron dirigirse a mi familia o a mí en español, idioma que compartimos, pese a que ellos tengan el catalán como su lengua materna y entiendo que es normal que la usen. Sin embargo, para hablar a los franceses o ingleses de la mesa de al lado si hablaban en sus respectivos idiomas para atenderles. Me sorprendía ver las cartas de menú traducidas a múltiples idiomas y no al español. No era en todos los sitios, pero fue interesante comprobar por mí mismo estos comportamientos, que no hay que generalizar ni sacar de contexto, pero evidentemente están, existen, como muestra de etnonacionalismo. Describo el caso y ejemplo catalán porque aparte de haberlo vivido, tengo muchos amigos allí y admito que me gusta su cultura y tierra, y les admiro. Pero eso no significa, que se deba ocultar la susodicha problemática. Luego está el ejemplo viceversa, he visto esa hostilidad, al contrario, a ciertos españoles comportándose con los catalanes. Por eso, el problema del etnonacionalismo es ambivalente, y no pertenece a unos u otros, sino que los culpables son los dos polos que se auto inflaman. Con todo esto no quiero decir que esté mal preservar o promover su cultura, su lengua… o estar orgullosos de la tierra donde uno vive e identificarse con sus costumbres, ni mucho menos, sino un llamamiento a un uso saludable y equilibrado de esos constructos, sin llegar a esos extremos de desprecio u etnonacionalismo alienante.




     

Querría además explicar, cuál es el verdadero culpable de este caso concreto, el catalán.  Eliminando los sesgos políticos, partidistas, cognitivos e ideológicos. La historia ya se ha escrito, y la derecha española, se ha registrado como la culpable original del problema. No hay culpables mayores. Otra vez vuelven a ser culpables, como lo fueron de lo sucedido en el 36 y es necesario que de una vez lo admitan y sean consecuentes con sus acciones. Antes del 1-O, en Cataluña había menos de una mitad del electorado que tenía simpatía por partidos de ideología independentista-nacionalista, hoy más de la mitad y va in crescendo. Desde mi punto de vista es un error cómo se ha tratado todo este problema. Reprimir políticamente o haciendo alusión a la vieja constitución que tan poco se identifica con los días de hoy.  Un tratamiento totalmente erróneo. Reprimir la intención de un pueblo a decidir, nos ha mostrado la historia siempre que es un fracaso. Porque la mayoría de los catalanes sólo querían tener la oportunidad de elegir, algo simbólico al menos, pero al no darles esa oportunidad, hemos creado un mayor problema. Tal vez por eso, en otros casos se actuó de forma más inteligente: Quebec en Canadá (1995) o Escocia en Reino unido (2014). En ambos casos había un fuerte movimiento independentista, se les dejó realizar un referéndum explicando bien que significaría hacerse independiente en un contexto global donde todo está conectado, desde todos los ámbitos, económicos, sociales, aduanas… y en ambos casos eligieron estar. Ahí se acabaron los problemas independentistas en Canadá y Reino Unido. España, una vez más no es muy lúcida políticamente, y ha originado lo contrario, un problema que ya no parece tener solución, creado, alimentado por la derecha, que ahora ha radicalizado su discurso, y hasta hace aparecer de nuevo a toda esa carcundia conservadora del eje ignorante: iglesia católica, monárquicos, familias tradicionales poderosas, burguesía y derechistas —que ya tanto retroceso, retrogradismo, daño e imposibilidad de avance como lastre pesado, han costado a España—, que parecen haber vuelto a levantarse y a hablar como hablaban en el 1936. Algo absurdo, peligroso y triste. Como máximo estandarte ese defensor de los ricos que habla por los pobres, Abascal y su partido VOX, o Casado con el nuevo aire radical que le ha dado al PP. Estos incendiarios, no sólo inflaman el nacionalismo catalán o vasco, sino que se alimentan de estos para ganar votos. Es como si se dieran la mano por detrás, para crear una enorme cortina de humo, para así olvidar los otros más graves problemas de España. La izquierda tampoco puede eludir su culpa y responsabilidad. Su profunda ambigüedad al tema y no posicionarse, también ha servido en la creación de confusión y como combustible al etnonacionalismo. Es increíble el caso de la izquierda nacionalista catalana, que se posiciona junto a los burgueses conservadores y derechistas independentistas, olvidándose del verdadero primer lema de la izquierda: ese internacionalismo solidario de «proletarios del mundo uníos». ¿Qué queda de esa solidaridad para con otros pueblos de España que han sufrido las mismas lacras, injusticias y opresiones, incluso peores?, de las clases altas, de los poderes y las élites, de las injusticias, de la desigualdad proporcionadas por estas a los empobrecidos —a las clases desfavorecidas—. ¿Qué hay de esa camaradería? El egoísmo del etnonacionalismo parece haber borrado todo el sentido común a la izquierda en su ideario libertario original, de alcanzar una comunidad de humanos libres que acepta las diferencias y la pluralidad pero que trabajan para un mundo mejor, más justo, solidario y un avance no nocivo. No ese progreso nocivo que otros proponen a coste de esclavizar y destruir la naturaleza. Parece que los etnonacionalismos han hecho bien ese trabajo de aturdir, confundir y manipular, pues esas metas se han cambiado por banderas y patrias, chicas o grandes.



     Yo si me posiciono claro. Quiero a Catalunya y a los catalanes. Me gustan ellos y su cultura, y quieren que formen comunidad con nosotros en España y Europa. Porque somos pueblos hermanos. Como andaluz quiero sentirme ligado al catalán y me gustaría que así fuera en todos los andaluces y viceversa para todos los catalanes. No quiero que se independicen ni se marchen. Pues perderíamos todos. Pero creo que ellos deben ejercer su derecho a elegir, a tener un referéndum. Respetando el resultado de este, y las consecuencias que impliquen para ellos y nosotros: creación de una nueva frontera que divide dos regiones hermanas. Dicho esto, también me gustaría que ellos se pusieran en el lugar de nosotros, nuestras circunstancias y contextos presentes e históricas, y entiendan nuestra perspectiva, al igual que yo hago ese ejercicio de mi parte. Pero el enemigo, al menos para las clases de abajo, es el mismo, el poder en la sombra que conspira por detrás para controlarnos y como usa el etnonacionalismo como uno de sus tantos mecanismos de control y manipulación.



   Ya que he lanzado el punto de la creación de una inmensa cortina de humo: el etnonacionalismo como instrumento de control y manipulación; amplio el problema. Todo esto ha servido para ocultar los otros problemas más importantes que tenemos:



-La grave corrupción política y económica que ocurre en las altas esferas donde gobiernos, bancos y grandes empresas se dan la mano. Un peculado suicida que pone en peligro la estabilidad de la nación. Donde hasta partidos políticos han basado toda su financiación y funcionamiento en ese peculado de forma sistémica —siendo el PP el que se lleva el premio en porcentaje, estadísticas y cantidad de dinero movido de forma ilegal, muy seguido por el PSOE. Ya ven, los que parecen que van más de patriotas y con proclamas de la unidad de España, así son de patriotas que roban a los trabajadores y al estado —que somos todos— para beneficiarse. O Abascal, que ahora es el estandarte de muchos, pero ha jugado como el que más a ese juego de influencias y malversación. Un verdadero demagogo.



-Precariedad de la mayoría: salarios miserables que no dan ni para llegar a fin de mes, alquileres imposibles de pagar que hacen imposible a los jóvenes emanciparse y tener un propio hogar —mientras otros acumulan sin mover un dedo masas de dinero y propiedades—. Licenciados, doctores, investigadores y jóvenes preparados que han tenido que emigrar fuera de España para intentar sobrevivir. Formados en España con la inversión que supone, pero beneficiando a Francia, Alemania o Reino Unido. La brecha salarial sangrante y demoledora. Asfixia del autónomo verdadero que se ve empujado a abandonar, sólo grandes multinacionales, firmas y franquicias tienen sitio en el mundo empresarial. Contratos precarios de falso autónomo y salario mínimo a cambio de horarios de trabajo que incumplen cualquier convenio, mientras los jefazos de dichas empresas y entidades se llevan millones de euros al año en sus bolsillos. Todo esto hace imposible la vida a la mayoría de los españoles, mientras otros se frotan las manos.



-Pérdida de calidad de los servicios públicos, de educación y sanidad en favor del sector privado, en el que muchos de nuestros políticos son accionistas.



-Desigualdades: muchas que existen en oportunidades, no sólo en géneros, sino en todos los ámbitos.



-Degradación del medio ambiente cada vez más rápida. Sin importancia, ni siquiera está entre los temas más importantes cuando es el prioritario.



     Pues bien, estos son los principales problemas, pero se han apañado para dividirnos y engañarnos, haciéndonos olvidarlos y así enfrentarnos entre nosotros, por medio de grupitos, -ismos y demás constructos. He visto muchos movimientos que se lanzan a la calle como una moda, cada uno por su lado, queriendo hacer algo, pero sin fondo ni profundidad, más bien empujados por lobbies que andan detrás para beneficiarse dentro de ese juego de poder. Pues bien, yo creo que ha llegado el momento, que de una vez y genuinamente, nos unamos todos estos que compartimos los mismos problemas e injusticias, y comencemos a cambiar la realidad de una vez, luchando contra el verdadero mal y enemigo, y no entre nosotros: la desigualdad y el sistema que nos usa de engranaje y grasa de sus mecanismos. Esa es la llamada y la solución.

     Tampoco hay que caer en el nihilismo. Y al tomar conciencia del engaño del sistema, el absurdo de la realidad y la hipocresía  política, quedarse  con  los brazos  cruzados.  Hay que ser críticos y saber jugar dentro  de este raro ajedrez  que hemos construido. Siempre se puede elegir el menor de los males por ejemplo al votar y como individuos tomar decisiones en nuestras vidas que sumadas en lo colectivo pueden convertirse en una gran diferencia que impulsa un verdadero cambio. Siempre se puede elegir y actuar, hasta el más mínimo detalle suma: reciclar, mirar más por el medio ambiente, decir no a la explotación laboral y la precariedad, no pasar por su aro, aunque sea difícil. Porque sólo así empezaremos a ganar, juntos. El antídoto para huir de los engaños esperpénticos no es otro que el de expandir la mente, abrirla y dejar el cortoplacismo, el olvido y la miopía de una vez. Pensar más a largo plazo con la mirada amplia, para tratar los verdaderos retos y problemas que, al humano, al español del siglo XXI se le presenta.

2 comentarios:

  1. Muy grande! Comparto 100% tu punto de vista...

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  2. Profunda y madura reflexión sin duda amigo ¡¡ Me ha gustado mucho la forma de enfocarlo que has tenido... el tema del etnonacionalismo..muy interesante , genial comparación pasado-presente-futuro... muy bien hilado . Totalmente de acuerdo...y resaltó lo de...que la economía.. y con ello el DINERO ... lo mueve y corrompe absolutamente todo..en manos poco deseadas o inadecuadas .

    ENHORABUENA AMIGO.

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