domingo, 12 de junio de 2016

El ojo de la Pardela

Mi homenaje a la pardelas y a aquellos que se dedican a ellas. Hermosas aves marinas, enigmáticas y desconocidas. Los animales más libres y misteriosos de la tierra, ahora en peligro por la codicia del mono que camina. He aquí mi sincero sentimiento plasmado en estos versos:

Templos resplandecientes y salvajes,
catedrales naturales, esculpidas por el tiempo;
el sonido atronador en la noche resuena,
el eco retumba, constante y eterno;
una luz brilla rojiza en la oscuridad,
su reflejo palpita en el casco.

Las cuerdas deslizándose por el acantilado,
el sudor, y a veces la sangre, recorren la piel;
y la voz aguda de las aves del mar,
sus oscuros ojos no mienten,
y su voz es la sabiduría del tiempo,
misteriosa y poderosa, es un grito de libertad.

Las alturas y las profundidades se mezclan,
un mal paso y ya no hay más amaneceres,
la negra parca siempre presente, 
no es más fuerte que el sueño del mañana,
ni el instinto de supervivencia, puro y real;
es la liberación del cuerpo y el alma.

Ellas vuelan largo tiempo, para reencontrase;
cada año el mismo agujero, oscuro y escondido,
sus padres les enseñaron y el amor a sus ancestros;
las hacen regresar, atravesando tormentas y tempestades;
pero nada más peligroso que ese mono que camina,
ahora su mayor peligro, la negrura que se extiende.

Las nuevas generaciones de voladores,
cada año llegan, son la nueva esperanza;
y miran desde el borde del abismo, a lejanos horizontes;
allí, sus negros ojos otean más allá;
donde los astros se albergan, y entonces sabes que piensan;
el vuelo libre, entre las olas y el salpicar, cerca del océano, es su destino. 

La pardela vuelve a volar, como sus antepasados hicieron;
durante millones de años, vieron el mundo cambiar;
y ahora el que observa cambia también,
uno fue pero otro regresará, pues estas aves tienen el poder;
la magia de la trasmutación, del camino iniciático;
y ahora uno ya no puede dejar de pensar, en sus ojos que no mienten. 


                                                                            Foto por Benjamin Metzger

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