Qué escudriñan esos oscuros ojos,
La solemne e infinita vista, lejana;
No aprecia el inconmensurable horizonte,
De oscuros, y luminosos; lleno de voces.
Los ancestros, primitivos como el fuego,
Se les oye rugir, y por siempre lo harán;
Y su fulgor frío y decadente, de nuevo renacerá,
Cálido y apacible, para ser corrompido eternamente.
En este circulo, nos encontraremos de nuevo;
Una y otra vez, errando para crecer,
Y el tenue resplandor, tan solo un espejismo;
La ilusión, que esconde la eternidad.
Bajo la cascara está el fruto, pero bien encerrado;
Es la sabiduría de incontables generaciones,
Atrapadas en el tiempo, desde antes de la oscuridad,
Incluso antes de la primera luz, guiadas por su amor.
Llegará el día, donde luz y oscuridad se amen,
El fruto germine, y ya nuca más, soledad conozcan;
Pues está escrito, allí donde tan solo los sueños alcanzan,
Es el viento, ese que mece los árboles en la noche.
J. S. Santiago 15/09/2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario