sábado, 14 de noviembre de 2015

Las líneas


La ceniza y el humo,
confunden al perdido,
perdidos son la mayoría,
sin sitio para la cordura,

El amor en peligro está,
el odio que nace del miedo,
quiere sustituir su lugar,
y la ignorancia in crescendo,

Ignorancia que hace su trabajo,
ídolos de trapo,
banderas falsas, 
y gente sufriendo,

Por el ancho y largo mundo,
pero unas vidas valen más,
otras son polvo en el suelo,
los olvidados del juego político,

El rebaño sigue la corriente,
del pastor equivocado,
los lidera al abismo,
de la oscuridad oculta,

Los sabios y los sensatos,
solo son conscientes de la locura,
el juego de la doble moral,
y el resplandecer que ciega,

Como las bombas que estallan,
cegando la verdad,
juntando a multitudes,
que piden venganza y guerra,

Los fuertes de espíritu, 
no se doblegan ante la mentira,
y son los últimos valientes,
de un mundo que rezuma hipocresía.

La libertad en peligro,
por falsa seguridad,
quieren cambiar,
en nombre del dolor,

Tan solo el amor,
puede sanarnos,
de esta enfermedad,
del occidente.


Hay una línea establecida en esta sociedad, que determina un estilo de vida atroz y despiadado, frío y sórdido, como un glacial de las altas cumbres. Si te sales de dicha línea, la gente se escandalizará. En esa línea se acepta que gente muera y sufra las desgracias más abismales que uno pueda imaginar, por el largo y ancho mundo, fuera de las fronteras de nuestras burbujas de comodidad. Pero cuando algo de ese horror nos toca, en nuestros cómodos e ilusorios mundos de artificio y modernidad occidental, la gente se horrorizará y clamará justicia, mientras el miedo hará su trabajo, perder nuestras libertades por la falsa y virtual apariencia de la seguridad  de los países de "primera". Los "otras" naciones deberán aguantarse todo ese horror diario, dentro de sus fronteras. Por cierto, fronteras, siempre ha sido una palabra con la que no he empatizado y a la que no le tengo apego alguno. Pero, ese mundo hemos construido, un planeta de fronteras, miedo y odio.

Pretendemos vivir intocables, frente al televisor, trabajando, para ganar dinero y así comprar los más disparatados artilugios, mientras hipotecamos la vida de las siguientes generaciones, sin tiempo de cuidar a nuestros niños o nuestros ancianos, y de vez en cuando, viajar a un lugar "seguro" en vacaciones. Esa es la línea establecida. Pero cuando, unos de los problemas, a los que somos ajenos conscientemente, y silenciamos, nos golpea de lleno, todos parecemos de repente de una misteriosa empatía y solidaridad. Sin embargo, eso no parece ocurrir cuando, ese mismo horror ocurre en un lejano y olvidado rincón. Porque, eso está en la línea. Una línea dibujada por una mente enferma y perversa. a la que seguimos como una masa zombie. Que metáfora, zombies, a eso cada vez nos parecemos más los humanos. Una masa que se mueve sin pensar, solo para complacer sus ansias y codicias más depravadas. ignorando a todas esas personas, fuera de la línea, que mueren y padecen, por miles, cada día, olvidados y sin ser recordados.

Como siempre, pagarán los inocentes y el pueblo, a mecer de los políticos y las élites, que sin escrúpulos escudriñan y conspiran con su bola del mundo, planeando la próxima guerra. Ahora el ISIS, ayer Al-Qaeda, antes los comunistas soviéticos...así se repite la historia una y otra vez. Productos políticos y estrategias de juegos de tronos, así, crean el miedo, lo reparten, y lo venden. Y su negocio, que salga redondo, mientras en las calles de Paris o de Siria, mueran las gentes del pueblo, víctimas del sádico ajedrez de los poderosos. 

La connotación religiosa de estos ataques, es solo la punta de un iceberg, que alcanza hasta los fondos más abisales. Y que el racismo y el odio crezcan, es la manipulación, con la que se usa esta fatal herramienta, que llamamos terrorismo. Un pueblo que teme, es un pueblo que no piensa. Así, nos creeremos los primeros noticiarios y nos dejaremos llevar por el espanto, y el próximo nuevo escenario estará a la vuelta de la esquina. No dejemos que este miedo nos ciegue y que el terrorismo consiga su fin.

Me entristece ver como mueren y sufren personas, en todo el bello planeta azul. Ver la humanidad fracasar de esta manera, dando la espalda al amor y dejándose llevar por el miedo. Ya sea  ayer en Paris o en Beirut hace poco, ya sea en Afganistán, o en El Congo, o en Chechenia...ya sean occidentales, o de oriente. Condenemos este sistema que  crea estas monstruosas injusticias y que es el origen de todo estos males. Y no dejemos que gane ese miedo. 

Resonarán las trompetas,
una ultima vez,
por la libertad de los pueblos,
todos unidos cantando,
pues están celebrando, 
la derrota del miedo,
y la victoria del amor. 

J. S. Santiago 14/11/2015


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